
‘El Misterio de Soho’: Fantasiosa versión del Soho de los años sesenta
El guión, escrito por Krysty Wilson-Cairns y Wright, resulta cada vez más retorcido y enredado, la diferencia entre realidad y fantasía se borra.
La caótica mezcla de contenidos que presenta esta nueva cinta dirigida por Edgar Wright, clasificada como comedia de horror, se compensa por su atrevido mensaje feminista que recuerda algunas escenas de Promising Young Woman (2020).
Con una estética y colorido similar, la historia se centra en Eloise “Ellie” Turner (Thomasin McKenzie), una joven pueblerina de Cornwall, cuyo sueño es convertirse en diseñadora de modas. Para ello entra a una prestigiosa escuela en Londres, donde el estilo de vida dista mucho de lo que ha estado acostumbrada en su medio conservador.
La llegada no le resulta fácil y no tiene suerte con su compañera de cuarto, quien le crea un ambiente tóxico y competitivo. Obligada a abandonar los dormitorios, alquila un viejo apartamento administrado por Ms Collins (Diana Rigg, fallecida justo después de esta producción), una anciana fisgona que impone reglas muy estrictas a sus inquilinos.
Además, Ellie lleva consigo otra carga, el fantasma de su madre que, habiendo hecho el mismo recorrido años atrás y con las mismas ilusiones y sueños, terminó suicidándose. Por ello Ellie fue criada por su abuela Peggy (Rita Tushingham), quien teme por ella en ese nuevo mundo de excesos y libertinaje, pero al mismo tiempo no quiere truncar su educación.
Peggy reconoce en su nieta un talento especial que no debe desaprovechar, y una particular sensibilidad que le permite registrar emociones que otra persona cualquiera no captaría, y nos deja cuestionando si se trata de alguna enfermedad mental.
Como su madre, Ellie tiene una fijación por la moda de los años 60, y en cada espejo que pasa ve reflejada la imagen de su progenitora. Empieza a soñar que es Sandy (Anya Taylor-Joy), una rubia de los 60s que se mueve por los intrigantes escenarios de Soho, buscando desarrollar su carrera artística.
Las pesadillas se hacen cada vez más frecuentes, y en ciertos momentos son tan reales que llegan a afectar su vida cotidiana, sus estudios y sus relaciones personales, en especial con John (Michael Ajao), el único amigo que tiene en la facultad.
El guión, escrito por Krysty Wilson-Cairns y Wright resulta cada vez más retorcido y enredado, y la división entre realidad y fantasía se borra, tanto para Ellie como para el espectador. De repente nos damos cuenta de que no seguimos la historia de ella en el presente, sino la de Sandy en el pasado.
Sólo los espejos nos recuerdan que se trata de la obsesiva fascinación de Ellie por esta exótica mujer, cuya historia se centra en su humillante y dependiente relación con Jack (Matt Smith), quien refleja el machismo de la época. Pero en el Londres actual de Ellie la situación no ha cambiado mucho, según vemos en la conversación inicial que sostiene con el taxista recién llegado a Londres.
La confusión entre pasado y presente se exonera si nos dejamos perder dentro de la ambientación de los excelentes números musicales que nos hacen salir sintiendo que hemos viajado a otra época, las buenas actuaciones y el sorpresivo final que sirve de lazo de unión.
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