Steve McQueen, director inglés de origen afrocaribeño, es de los pocos que han logrado participar con dos películas al mismo tiempo en el Festival de Cannes, como sucedió este año con Mangrove y Lovers Rock escogidas en la selección oficial.
Estas dos cintas son parte de una antología de cinco episodios que lleva por nombre “Small Axe”, nombre inspirado en una de las canciones de Bob Marley que de forma alegórica dice “si tu eres el árbol grande nosotros somos el hacha pequeña que te ha de cortar”.
McQueen no necesita presentación. Es conocido por 12 Años Esclavo, película con la cual ganó el Óscar, el Globo de Oro y otros premios; pero desde el comienzo de su carrera, con Hunger (2008) y Shame (2011), sus producciones se han caracterizado por una alta calidad artística al tiempo que contemplan la denuncia social. No es casual que su formación haya sido en las artes visuales.
Cada uno de los filmes que componen Small Axe y que presenta Amazon, evoca una experiencia vivida por la comunidad antillana del West End de Londres, de la cual McQueen hace parte. El primero, “Mangrove”, relata la historia de un grupo de activistas conocido como Mangrove 9 que enfrentaron a la policía inglesa en 1970.
Mangrove pasó de ser el nombre de un restaurante cuyo propietario, Frank Crichlow (Shaun Parkes) de Trinidad, fue acosado constantemente por el color de su piel, a convertirse en un ícono del movimiento anti racial. Se reunían allí intelectuales, artistas y activistas que, ante la injusticia que experimentaban, no les quedó otra opción sino salir a la calle con una protesta pacífica.
Pero, como suele suceder en estos casos, la intervención policial condujo a los altercados y al caos, y 9 personas terminaron acusadas de incitación. El juicio se convirtió en documento histórico, por ser la primera vez que se reconoció oficialmente el comportamiento policial motivado por el odio racial.
La película cuenta con la participación de Letitia Wright, la actriz de “Black Panther”, Jack Lowden, Jumayn Hunter y Malachi Kirby, entre otros.
El segundo filme, Lovers Rock, se refiere a un género musical dentro del reggae caracterizado por su ritmo pausado, sensual y contagioso que genera movimiento rítmico de caderas.
Muchas historias aparecen y desaparecen en esta cinta que se maneja casi toda dentro de una pista de baile, donde la música hace de personaje central, reflejando una cultura muy rica pero muy golpeada por la violencia y el sexismo. El deseo de libertad y de poder expresar lo propio subyace y trasciende la cámara que, manejada por Shabier Kirchner, insinúa episodios de deseo, pasión o celos.
Lovers Rock se compone de historias inconclusas que, con escasos diálogos, logran decirlo todo a través de un movimiento corporal, una mirada o un canto de lamento. Como espectadores la sensación es que estamos allí presentes, danzando de forma real o imaginaria, atrapados por la magia de la música, del baile y del color.
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