El director inglés Sam Mendes incursiona en la difícil temática de la Primera Guerra Mundial para presentarnos esta impresionante producción que le ha merecido diez nominaciones a los Premios de la Academia y el Globo de Oro como Mejor Película y Mejor Director, entre innumerables nominaciones y premios.
Los actores Dean-Charles Chapman y George MacKay desempeñan excelentes papeles como Lance Corporal Blake y Lance Corporal Schofield, dos soldados que deben cruzar un peligroso territorio enemigo con la misión de transmitir un mensaje a otro regimiento, hecho que les salvará la vida a 1600 soldados, uno de los cuales es hermano de Blake. El tiempo apremia y en esos momentos, sin contar con las comunicaciones que tenemos hoy día, transmitir dicha orden puede resultar mucho mas complejo de lo que creemos.
A pesar de que la historia está basada en hechos reales, que corresponden a los relatos de Lance Corporal Alfred H Mendes, abuelo del director y a quien están dedicados los créditos, algunos de los acontecimientos resultan inverosímiles.
Como entretenimiento, la película está plagada de excelentes elementos tecnológicos que introducen a la audiencia en la trama, y la hacen sentir parte de los hechos. La impresionante fotografía a cargo de Roger Deakins, los juegos de luz y la música de Thomas Newman, logran un ritmo que nos mantiene en expectativa permanente. Sin embargo, a nivel de contenido, en ningún momento se profundiza en el conflicto.
El tema del nacionalismo, por ejemplo, tan vigente en esa época, hubiera sido un tópico de relevancia a considerar, pero apenas se toca. En estos momentos, cuando tantas regiones del mundo experimentan un retroceso histórico con el renacer de tan peligrosa ideología, habría sido de gran importancia a considerar, y es una de las criticas que se le ha hecho a la película.
Lo que si resulta eficiente en esta producción es el haberla enfocado en un caso individual, hecho que la hace mas universal. En estos momentos en que se vislumbra la posibilidad de nuevos conflictos bélicos, esta película nos puede hacer pensar mucho mas allá del concepto abstracto de la guerra como lo percibimos a través de un periódico o de un noticiero.
Las caras de inocencia de los dos soldados protagonistas, el sentimiento de patriotismo que se les inculca, y la transformación que sufren sus vidas a tan temprana edad nos hacen cuestionar el verdadero valor de una guerra. Nos lleva a pensar también en la cita del escritor húngaro Sandor Marai, quien menciona cómo “una guerra se decide en una mesa alrededor de una taza de café” por personas que seguramente nunca tendrán que experimentarla, y cuyos hijos no serán los que empuñen el cañón, ni serán testigos de la masacre y la miseria que pudieron ver estos dos jóvenes en el trayecto que recorren en una sola noche del conflicto.