Confieso que me gustaría ser concejal de Barranquilla pues es la ciudad con mejor futuro de Colombia por su posición geopolítica, con un ambiente emocional incomparable y con una gente capaz de despertar al más dormido de los seres humanos. Aquí, todo lo que se hace por el bien común se devuelve en un agradecimiento colectivo desmesurado.

El problema es aritmético: necesito como mínimo unos 8.000 votos en un partido político decente, para poder alcanzar esa curul. Pero tan sólo cuento con el apoyo de unos 80 amigos que me podrían acompañar en este proyecto un poco extraterrestre. El otro camino es la Asamblea, pero sólo alcanzo a unos 200 amigos en todo el Departamento del Atlántico, para lo cual se requiere de unos 20.000 votos. A estas cifras hay que descontarle un 30% de quienes alegremente se tuercen el día de las elecciones.

Como pueden observar, se trata de un proyecto político sin ninguna estructura electoral soportado sobre emociones y alejado de la realidad política, y que sería como pilotear un avión sin brújula. Sin liderazgo y sin creatividad no hay campaña electoral.

Estos mismos parámetros debemos tener en cuenta en el escenario nacional. En efecto, un candidato presidencial debería contar, como mínimo, con unos 500.000 votos propios para poder organizar un equipo con otros líderes que le aporten una bolsa que le permita estar dentro de los elegibles.

A propósito, el ramillete de casi 30 candidatos que buscan la Presidencia de la República en el 2022 es una locura colectiva. Más de 20 de ellos, podrían llegar con mucha dificultad al Senado de la República, en una lucha a muerte y con un presupuesto de más 5.000 millones de pesos por curul. Otros esperan la bendición de algún jefe poderoso, sin tener en cuenta que el pueblo colombiano ya no come carne, pero tampoco come cuento.

Muchos se acogen a los desperfectos de la democracia, como la recolección de firmas para mover la organización electoral sin tener en cuenta los altos costos que se invertirían en este ejercicio democrático, tal como lo hicieron Juan Fernando Cristo y Humberto de la Calle, durante la ridícula consulta liberal de 2017, a un costo superior a los 40.000 millones de pesos, dinero que pudo invertirse en la construcción de 40 escuelas en zonas rurales abandonadas del territorio nacional.

¡Seamos serios! La lucha por la Presidencia en el 2022 será un show de gladiadores modernos, dentro de un ambiente político de un pueblo indignado y “emputado” como dijo el gobernador del Meta en su reclamo a la Ministra del Transporte, en un país que se lo está comiendo la corrupción.

En el escenario presidencial del 2022 sólo veo con posibilidades a los candidatos: Sergio Fajardo, Oscar Iván Zuluaga, Alejandro Gaviria, Juan Manuel Galán, Federico Gutiérrez, Germán Vargas Lleras y Gustavo Petro.

Lo demás, son estrategias y maquinaciones políticas para negociar privilegios y cuotas burocráticas para su entorno familiar.