
Escándalo americano
Aunque los sucesos del sensacional caso Abscam en los años 70 en Estados Unidos son conocidos, la recreación hecha por David O. Russel en Escandalo Americano resulta indudablemente entretenida por la crudeza, el descaro y la energía con la que el elenco, ya reconocido en sus producciones anteriores (The Fighter, 2010 y Silver Linings Playbook, 2012), logra cautivar al espectador.
La historia esta basada en Mel Weinberg, famoso estafador de Long Island quien se ve forzado a colaborar con el FBI para evitar años de cárcel. Esto permitió atrapar a un senador, seis representantes, un gobernador y otros oficiales del gobierno involucrados en operaciones ilegales.
Pero los personajes de la película no llevan los nombres reales. Weinberg es en este caso Irving Rosenfeld interpretado por el formidable Christian Bale, con cuarenta libras de más y problemas de calvicie. El uso de un peluquín colocado con ceremonial cuidado da un toque de cinismo inicial a la película en preparación hacia el carrusel de eventos que se aproxima.
Rosenfeld es dueño de una lavandería, ventana al mundo legal. Por detrás negocia con obras de arte falsificadas y haciendo pequeños prestamos fraudulentos. Cuando conoce a la impactante Sydney Prosser (Amy Adams), un alma gemela en la aventura, la seducción y el amor por el jazz, el universo de la estafa millonaria abre sus puertas y no hay nada que pueda detenerlos. Sydney decide convertirse en Lady Edith, un título que le permitirá entrada al mundo de los negocios internacionales.
Pero la relación encuentra sus tropiezos. Irwing está casado con Rosalyn (Jennifer Lawrence, con una fascinante interpretación), y ha adoptado a su hijo, quien toma lugar prioritario en su vida. Rosalyn por su parte no tiene ninguna intención de ceder. Su personalidad extrovertida y desinhibida la lleva a expresar de una manera ingenua y a la vez histriónica sus deseos, tratando de lograr lo que quiere a toda costa, aun comprometiendo intereses propios.
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