También el rector saliente tiene su ‘defensa’. Mucho se ha dicho en contra de él. No siempre sin razón. No siempre con ella. También en este caso la responsabilidad mayor está en otra parte. ¿Qué se le reprocha? La ‘Cartagenización’ de la Universidad del Atlántico, la abolición de todos los derechos y privilegios inherentes al estatuto universitario.

La eliminación total de los últimos vestigios de una autonomía universitaria relativa, ya bastante resquebrajada. Pero precisamente esto era lo que él estaba llamado a hacer. Para esto lo nombraron. Exactamente para esto. Por lo cual, la responsabilidad de quien lo nombró. Y de quienes lo respaldaron ‘desde arriba’, alentándole a considerar como ‘basura’ a centenares de estudiantes y de profesores. Cumplió, pues, el rector a cabalidad con lo que de él se esperaba. Y se quemó porque nadie quiso impedir que se quemara.

Pues, de haber querido salvarlo, podía haberlo hecho diciéndole en enero o febrero de este año: “Modérate”, hermanito, trata de ser más flexible. Más comprensivo. Más amplio. Así podrás afianzarte por más tiempo. Si no te gusta cambiar la tónica, presenta tu renuncia a tiempo. Antes de las elecciones. Aquí tienes otro cargo para recompensarte del buen trabajo que has hecho. Y para resarcirte de cuantos puedas haber perdido: una embajada. O un consulado.

La rectoría de una nueva universidad pirata, debidamente aprobada. La dirección de algún organismo parecido a la Esap, al Icetex, o al Icfes. O cualquier sinecura en cualquier parte”. (Es lo menos que habían podido y debido ofrecerle a su víctima, quienes lo nombraron, alentaron y halagaron).

Todo eso para evitarle caer como cayó y quemarse como se quemó, hasta el extremo de que aún muchos de quienes en un principio lo respaldaban o toleraban, pedían a gritos y petardos su salida, alegando que cualquier otro rector, por muy malo que fuere, resultaría mejor o menos malo. (Lo cual tampoco es cierto porque es difícil hallar a alguien dispuesto a descartagenizar y reautonomizar a la universidad).

Impuesto en circunstancias singulares para sustituir a destiempo al rector anterior (destituido cuando ya no hacía falta, porque había logrado normalizar la situación en la universidad, es decir cuando ya no se justificaba la destitución, que habría sido explicable varios meses antes, a raíz de un descomunal y anárquico relajo), mal rodeado y peor aconsejado, el rector ahora saliente habría podido tener otro fin. Y hasta mantenerse en su puesto. Si hubiese tenido mayor flexibilidad y un concepto diferente de lo que debe ser una institución de enseñanza superior. Quiso ‘matar sus pulgas’ a su modo. Pero no todas las pulgas se dejan matar.

A veces ocurre que las pulgas unidas lo matan a uno.

Muchos más se podría decir acerca del rector saliente. Pero no hay bastante espacio para decirlo todo. No se deje sin embargo de reconocer algunos méritos. “Suum quique”. Don Guillermo fomentó la organización de conciertos gratuitos, a los cuales pudieron asistir centenares de estudiantes. Y limpió las paredes tan sucias de la universidad, que a todas luces logró adecentar en su presentación interna y externa. “Ojalá no vuelva a ensuciarse pronto por un falso concepto de lo que ha de ser la prolongada y agitación ideológica en un claustro universitario): claro está que música y paredes limpias no bastan para justificar una gestión directiva. Como tampoco basta ser egresado o profesor de una universidad para aspirar a una rectoría. Pero lo bueno es lo bueno. Y hay que agradecerlo. La gratitud no es una virtud. Es un deber.