Para los barranquilleros el sábado de carnaval es, sin duda, el día más feliz del año, lo esperamos ansiosamente y nos preparamos desde el miércoles de ceniza para esta fecha. Crecí en una familia que siempre ha estado en esta dinámica. En el año de mi reinado la segunda identidad de mi tío Mario Tarud fue revelada como el Papa Quillero y desde entonces interpreta a este personaje en cada carnaval; desde hace tres carnavales un grupo de familiares y amigos lo acompañamos como su Guardia Currambera.
Con un uniforme que es replica del de la Guardia Suiza Pontificia, marchamos y le hacemos camino de honor al son de las Cuatro Estaciones de Vivaldi, hasta que la música carnavalera irrumpe y nos contagia del espíritu festivo. El Papa Quillero ha sido galardonado con cuatro Congos de Oro y el año pasado fuimos elegidos por Carnaval S.A.S. como el mejor disfraz de la Batalla de Flores.
El sábado de carnaval llegamos a la Vía 40 los cien guardias con el Papa Quillero y la cohorte de monjas y curas emocionados de divertir a los espectadores con las innovaciones que este año traía la guardia. Sin embargo, la euforia desbordante del grupo fue rápidamente aplacada. Después de tan solo diez minutos de recorrido la música se apagó y con ella la luz en el rostro de los miembros de nuestra agrupación. Nos informaron que la planta eléctrica se había dañado y que estaban intentando arreglarla. En medio del desconcierto y la frustración, esperábamos que rápidamente se solucionara el problema.
Pasaba el tiempo, avanzaba muy rápidamente el desfile y cada vez la esperanza de que la música y la alegría regresaran al grupo se reducía. Intentamos reorganizar la puesta en escena marchando y haciendo señales para coordinar el inicio a la calle de honor. Y de repente, ¡suena la música!. Fue un momento de éxtasis absoluto en el que gritábamos y brincábamos frenéticamente. Este no duró más de treinta segundos ya que la música se volvió a apagar.
Nos comenzamos a dar cuenta de que era poco probable que arreglaran la planta y decidimos buscar una solución. Notamos que enfrente de nosotros estaba el grupo Perlas Negras de Palenque encabezado por la Princesa Makemba (María Angélica Salgado) y delante de ellos un tráiler de EL HERALDO. Salí corriendo a pedirle autorización a María Angélica para que nos permitiera ubicarnos delante de ellos, quien muy amablemente aceptó. Nos movilizamos y aprovechamos la música del tráiler de EL HERALDO que llevaba al cantante vallenato Rafa Pérez. Aunque su música difería bastante de la de nuestro repertorio nos adaptamos a ese ritmo, reinventamos rápidamente la puesta en escena y la alegría regresó para quedarse y seguir contagiando al público espectador.
Nuestro Papa Quillero, quien más que una representación es un profesor de convivencia humana, nos dejó una valiosa reflexión proyectando esta situación como una simbología para la vida. Los problemas son sin duda una constante, por eso la clave es no quedarse en estos ni dejarse aplacar, sino enfrentarlos y rápidamente trascender a las soluciones; reinventarse y adaptarse a las circunstancias que se nos presentan, interpretando en ellas el mensaje de aprendizaje y de crecimiento personal. Y es que el carnaval termina siendo no solo una representación de la vida, sino la vida misma y por ello una lección de comportamiento humano.
@DCepedaTarud