
Durante los primeros días de enero, este periódico, por mediación de William González, publicó una entrevista con Felipe Camacho, psicólogo que llegaba con el equipo técnico del DT Luis Fernando Suárez para dirigir a Junior. Entonces un Junior campeón de Liga, subcampeón de Copa Sudamericana, que, además, había cautivado por su juego vistoso protagonizado por unos futbolistas inspirados que en cada partido demostraban su talento.
Explicaba el psicólogo que él había venido para hacer más fuertes mentalmente a los futbolistas, y recordaba que el técnico había comentado que Junior no tenía que pensar en retener el título porque eso formaba parte del pasado, y sí, en cambio, tenía que concentrarse en nuevos retos. Camacho reveló que la prioridad de su trabajo sería entrenar el cerebro de los futbolistas porque “en la medida que el cerebro está bien entrenado, el resto del cuerpo va a responder de la misma manera”.
Han pasado cuatro meses y el estado de salud que presenta hoy Junior es el de un enfermo mental. Todos los síntomas demuestran que “la torre de control”, como llama Camacho al cerebro, ha perdido parte de su memoria, ha entrado en una fase en la que ha olvidado su pasado más reciente y no entiende de nuevos retos. Y haciendo caso a las palabras del especialista se llega a la triste conclusión que el cerebro no está bien entrenado y, en consecuencia, el resto del cuerpo está respondiendo pésimamente.
Lo cierto es que ni el propio Camacho probablemente tenga respuestas para explicar esta fase en la que ha entrado Junior. Y ya no por los resultados malos que ha obtenido en la Copa Libertadores, donde ha perdido todo lo que ha jugado y no ha llegado a marcar un solo gol. Sabíamos que Palmeiras, dirigido por un campeón del mundo como Luis Felipe Scolari, es uno de los grandes clubes del continente, y que San Lorenzo de Almagro no es un cualquiera. Podíamos considerar a Melgar el más flojo del grupo después de Junior, pero no entraba en la imaginación un patético papel como el exhibido en esta competición, en el que el equipo de Suárez ha padecido una desconexión total del software que lo llevó a abrazar la gloria en el 2018.
En la misma entrevista el psicólogo de Junior fue preguntado sobre cómo actuaría en el momento que ese equipo campeón conociera la derrota. “Resiliencia”, contestó. Es la hora doctor, pero antes habría que saber si el profesor Suárez está dispuesto a repasar los videos del Junior que encontró o quiere seguir entrenando a los jugadores con los ojos vendados para que no recuerden cómo jugaban hace cuatro meses.
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