
Ante todo
Ante la arremetida de los enemigos de la paz, ante la muestra de la ferocidad del poder paramilitar, la evidencia de un Estado que permanece ausente y ajeno, ante una controvertida marcha que no tiene asidero ético ni moral, impregnada de todas las incoherencias posibles, ante los asesinatos a líderes sociales que pudieran ser motivo para que cualquier país digno protestara masivamente, ante los dolorosos asesinatos de policías en medio de la ciudad más turística de Colombia, ante el asesinato de otros dos policías más en Puerto Berrío, ante los panfletos y las amenazas, ante el miedo, ante el susto de sentir que siempre estaremos en las mismas, ante el susto de que Colombia no puede escapar de la guerra, ante la idea de saber que en Córdoba, Sucre, Bolívar y Antioquia son controlados por poderes ilegítimos demostrados en una descarada muestra de poder, ante la desesperanza con la que ya andamos y lo difícil que es vivir, ante la posible idea de un atentado – frustrado por fortuna – a Piedad Córdoba, ante la locura, ante la incertidumbre, ante el odio apasionado, ante la polarización, ante la memoria de un pasado penoso, reciente, y el riesgo de volver a él, ante la desidia, ante la ignorancia de tantos y la indolencia de muchos, ante el silencio de la mayoría, ante la desconfianza, la profunda desconfianza, desconfianza de todos y entre todos, con las alianzas de las viejas mafias con las familias millonarias y su estética de élite local decente, sus visitas a la iglesia los domingos como si nada pasara y sus reuniones de negocios que les arrebatan las tierras a los desplazados, ante la desinformación generada por algunos medios, ante la falta de cultura para la paz, ante la ausencia de fe en este terruño, ante los violentos, ante los egoístas, los ambiciosos, los que se quedan con todo, ante los inescrupulosos y los corruptos, ante el terror de una niña llorando sobre el ataúd de su padre, ante el asesinato de un trabajador de una gasolinera en Planeta Rica, que cuando no era gasolinero era lechero de una finca, por ganarse la vida como la gente que solo quiere ganarse la vida, ante la imposibilidad de ganarse la vida y pasar hambre por la violencia, ante la falta de memoria, ante nuestros agónicos cien años de soledad y los otros cien que nos esperan si no somos capaces de superar nuestras propias miserias, ante la sequía, las cosechas dañadas, los tiros al aire, la quema de buses, ante la imposibilidad de construir con el diálogo, de negociar con la palabra, ante el rencor, el cinismo, la desvergüenza de los borregos de un bandido, ante todo el desastre, ante todas nuestras tragedias, inconsistencias e infortunios, ante todo, el único camino posible es seguir, seguir construyendo un país que renuncie a la inmoralidad de toda guerra estéril. No tenemos, vuelta, por primera vez en mucho tiempo, pese a todo, la posibilidad de construir paz y justicia social es nuestra y a ese sueño no debemos renunciar.
@ayolaclaudia - ayolaclaudia1@gmail.com
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