Desde hace un tiempo y por haberme formado como investigador en la Universidad de Harvard, universidad ampliamente reconocida en las grandes investigaciones mundiales, tuve la fortuna después de pasar por esos claustros de darme cuenta que nosotros lo que hablamos muchas veces es pura paja. Pontificamos sobre frases del pasado y repetimos como loros lo que nos traen. La producción científica en Colombia sigue siendo muy pobre, y los aportes en la medicina moderna son escasos, pero decimos y gastamos más de lo que producimos.
Hace tiempo me di cuenta que las decisiones, aun científicas, son tomadas con base en los conceptos politiqueros y sin ninguna evaluación científica. Ejemplos hay muchos, pero de los recientes basta revisar las decisiones tomadas en relación con la marihuana o cannabis, la vacunación contra el papiloma, la vacuna de la malaria, el glifosato, la vacuna de influenza, su profilaxis, el manejo de la drogadicción, el VIH y muchas más.
Las instituciones asesoras del Gobierno, en el caso de las enfermedades infecciosas han venido desapareciendo como tales, y se vuelven históricas, como la Academia de Medicina. Hay expertos que conocen todos los temas, sabelotodo, y funcionarios que fungen como especialistas, muchas veces sin ser médicos, o con formación científica. Es decir, la medicina empírica nuevamente se está imponiendo a través de la prensa y otros medios de comunicación, el copia y pega , funciona desde los estudiantes de medicina hasta los reporteros y escritores sin ninguna formación, sirven todavía las enseñanzas de las abuelas. Solo cuando la cosa está muy difícil se acude a la intervención médica directa. El Dr. Google y otros medios se volvieron más representativos que los journals o revistas científicas, así, muchas veces un caso con equivocado diagnóstico es tomado como una recomendación general.
Todavía los líderes del gobierno, de las universidades, siguen compitiendo para conseguir un Grant o apoyo financiero de Colciencias, los investigadores siguen llegando en bus o en mototaxi, no tienen buenas remuneraciones, y se tienen que contentar con lo que les den.
Pelear por un sitio o centro de investigaciones médicas, ha sido como arar en el desierto, siempre han dicho que es muy bueno, pero eso no da plata ni beneficios, ni votos.
El incalculable impacto de una investigación dirigida a responder nuestros problemas no tiene padrinos. Los que creemos en la investigación sabemos que esta tiene un fin profundo de resolver problemas en la comunidad. La penicilina salvó más personas de la muerte en las guerras mundiales, la vacuna de poliomielitis, difteria, tosferina, tétanos , muchísimos niños y adultos. Con innumerables ejemplos dejaríamos claro que el Estado debe tomar conciencia de la investigación médica. Las investigaciones en otros campos son también necesarias, pero la investigación médica puede salvar muchas vidas. Se constituye en una obligación y no hacerla es negligencia, uno de los grandes pecados del mundo actual.