Han pasado alrededor de 80 años desde que mi abuelo, Juan B. Calderón, un visionario cienaguero, enfiló todas sus energías, colocó recursos de su propio pecunio y logró viajar por una vía carreteabale desde Ciénaga hasta Barranquilla. Después de atravesar ciénagas y pantanos, y sufrir grandes inclemencias, fue recibido con bombos y platillos, y una caja de ron por el entonces director y fundador de EL HERALDO, Juan B. Fernández Ortega. Esta fecha se convertiría en el inicio de una lucha para la construcción de la vía más importante para el desarrollo regional. El mismo Juan B. Calderón, desde el Senado de la República, y con la participación de una pléyade de hombres grandes de la región, logró vincular al Gobierno nacional para la construcción de la que después se estableciera como una de la vías más importantes del país.

La necesidad de la ampliación de esta vía es indudable, las consideraciones ambientales no pueden ser una excusa, y los aportes nacionales deben salir de manera urgente para la modernización de una obra que, de no hacerse, podría hasta desaparecer por los peligros conocidos en algunos tramos. La obra es de carácter nacional y no importa cuánto va a costar. No es posible que se siga hablando de la Región Caribe como un área de Colombia con limitaciones para su crecimiento y desarrollo. Por Santa Marta entraron los españoles, la aviación llegó primero a Barranquilla, Puerto Colombia fue, y el Puerto de Santa Marta, estos han sido los más importantes. ¿Qué vamos a hacer con el monumental puente cuando llegue a una carretera con el trazado actual? ¿Será que estamos esperando que el mar se lleve el kilometro 19? ¿Qué crecimiento se puede esperar de una región como la Caribe? Si no hay plata hay que endeudarse, los recursos han salido para la construcción de carreteras mucho más difíciles y de mayores costos.

¿Cuántos años se necesitaran para pagar la deuda si se colocan peajes y una administración seria que revierta las inversiones necesarias? No pongamos más excusas estudiando el medio ambiente que lógicamente, y en forma obligatoria, debemos respetar. Se ha perdido tiempo para darle prioridad a una obra que estamos seguros este gobierno sí sacará adelante.

El abuelo Juan debe estar retorciéndose en su tumba de ver que después de tantos esfuerzos realizados hace muchos años, ahora no seamos capaces de mejorar las condiciones de una vía de comunicación de la que todos los colombianos vamos a necesitar. La lucha por tener una carretera moderna es de todos. El futuro de la región y el país no se puede detener por la mediocridad de aquellos que no han corregido el gran error de no reconocer esta obra como de las más importantes del momento. Todos, en una sola voz, lograremos ser escuchados para iniciar lo más pronto la ampliación de la ruta que abre la comunicación a todo el país, mejorando la salud de una patria que todavía permanece adormecida en guerras internas y de vecinos.