El principal problema mundial en el momento como consecuencia de la invasión del virus es el desempleo inmediato producto de la caída de la economía global, a su vez entrada en crisis por una Pandemia que viene azotando a la humanidad. Dentro de este contexto sucesivo cuando deseamos en la ciencia y en el sentido común ordinario de las gentes buscar un comienzo, un inicio, un eslabón para que la economía resurja, resiliencia se le llama ahora, es imprescindible recordar las máximas elementales de la economía dialéctica, aquella que nos enseña que, la cadena de la productividad tiene un comienzo y un resultado que es el final.

Esa cadena de productividad se inicia lógicamente con el capital venga del sector público o del sector privado, Piketty lo dice claramente: “Que importa de donde venga lo importante es que llegue sin consideraciones políticas interpuestas”. Es obvio: El Capital puede venir del Estado controlador según lo sostenía Marx o del individualismo liberal como lo enseñaban en Manchester, controlado o no por lo que después llamaron las derechas, pero lo importante es que ese capital llegue y siembre, no estáticamente sino como inversión para que evolucione, para que empiece a moverse y tenga un primer resultado que es la producción.

No se necesita un capital estático sino productivo a través de la inversión. Es la regla básica. Á su vez esa producción apunta a una rentabilidad, a un balance, dentro del cual en los ítems de costos obviamente se encuentran los salarios es decir la remuneración. Esa prerrogativa, adquirir un salario es la recompensa para el inversionista y para los trabajadores o sea la compensación, además, la rotación del capital. Porque hasta en la economía exquisita como la que se deriva del ganado y la agricultura el ciclo igual funciona pero con moldes y características distintas. Pero es igual. Y en la economía naranja moderna es lo mismo. Y semejante en los conceptos más abstractas como el arte, la cultura y algunos intangibles.

Ese producto cuando llega al empleado, al funcionario o al gerente o al presidente, en forma de salarios, o dividendos, automáticamente está generando empleo porque para ayudar a producir una persona tiene que ser contratada con la legalidad de un documento amparado por la ley. Eso se llama empleo y sencillamente explicado el que consigue empleo deja de ser un desempleado. No más retórica, no más esguinces, no más disculpas. Inversión, productividad, rentabilidad, salarios. Ahí está la cadena de productividad y a ella tiene que agarrarse Colombia y su gobierno actual, también lo tendrán que hacer los venideros gobiernos en por lo menos diez años, para conseguir empezar a disminuir el desempleo.

Observamos que Colombia está dando pasos saludables en ese sentido, Estamos actuando, un poco lento quizás pero avanzamos. Importante sería que el mismo gobierno apoyado en el Congreso modifique conductas y procedimientos para que por ejemplo, circule más el capital, los bancos sea más expeditos, las promesas presidenciales no se queden cortas cuando llegan para su aplicación al escritorio del gerente frente al cliente, porque no nos olvidemos, el capital para la inversión lo tienen las entidades financieras, los capitalistas, los grandes conglomerados y si no lo sueltan para la cadena productiva por exceso de requerimientos todo lo que hemos comentado se queda en ilusiones, propósitos, sueños melancólicos.