Alta accidentalidad
Se han definido tres actitudes en contra de la lógica por los expertos que han llevado a cifras demasiado altas las muertes por accidentes de tránsito, ya sea por el o los vehículos comprometidos, sean automóviles particulares o taxis, ya sean buses, camiones, transportes de cargas o esa maravilla de la tecnología como son las motocicletas.
Lo hemos vuelto a vivir en las últimas fechas, a nivel nacional, regional y local. Es un absurdo desde todo punto de vista y parecería que es una confabulación de las tragedias contra el progreso de la humanidad, porque mientras más vehículos circulan en calles y carreteras cada vez más modernas y sofisticadas, mayor número de muertos van apareciendo. El fenómeno en la ciudad de Barranquilla para no ir muy lejos es apabullante, entrando ya casi en el espectro de la tragedia permanente, incrustada en las estadísticas como si eso fuese una fuente de información malévola que enluta y llena de dolor cientos de hogares en la ciudad.
Se han definido tres actitudes en contra de la lógica por los expertos que han llevado a cifras demasiado altas las muertes por accidentes de tránsito, ya sea por el o los vehículos comprometidos, sean automóviles particulares o taxis, ya sean buses, camiones, transportes de cargas o esa maravilla de la tecnología como son las motocicletas. Para no mencionar la simple bicicleta que ya entra al circuito del traslado nefasto o los mismos peatones que por múltiples razones son arrollados en las calles. Razones como el descuido, el atrevimiento, la falta de prudencia, la bobera y muchos más que marcan la tragedia del caminante día a día.
Las tres actitudes de los conductores que se han clasificado son en primer lugar la invasión del carril vecino cuando no pueden ni se debe lograr, en segundo término abrirse para sobrepasar al vehículo que transita delante de nosotros por cualquier causa y en tercer término algo que en Barranquilla se volvió costumbre y es absolutamente fatal: La contravía de motos hasta subidas en andenes, especialmente de domiciliarios, carretillas, chasas, vendedores de cualquier artículo, bicicletas de transporte para el trabajo o de diversión. Es un horror y cuidado con advertirles al conductor infractor de su error porque nos insultan, o nos sueltan la filosofía de la frescura: Acaso yo me estoy metiendo con Ustedes?
Lo primero que se nos viene encima es: desde luego todo ello conlleva esa rebeldía estúpida del costeño o habitante de la ciudad ya contagiado de que cree que todo lo que se le ocurre hacer, lo hace porque a él le dio la gana. Lo segundo por flojera para no tener que recorrer un tramo más y evitar la contravía. Y lo tercero ese congénito concepto de la nula educación cívica que sencillamente dice "cumple la norma? Entonces la pregunta insoslayable es sencillísima: ¿Y la autoridad dónde está? Les decimos aquí donde se encuentra: Uniformados debajo del arbolito hablando por celular, en las esquinas revisando papeles una hora por cada persona. Deteniendo a las conductoras bonitas para asustarla y revisarlas largo rato y finalmente, sí señor, tenemos que decirlo “para esperar con este calor qué bien vendría un refresquito” Así de sencillo, sin excusas porque es lo que todo el mundo ve y todo el mundo comenta. Por supuesto una salida sorpresiva de una moto en contravía es casi seguro un accidente y quizás un lesionado o fallecido, la pregunta es simple: Si la gente conductora no obedece a las buena no es un deber de la Ley que obedezca a las malas, no en el sentido perverso sino con sanciones? A un muchacho que se le sorprende en moto en contravía se le detiene algunas horas el vehículo y esto lo priva de cumplir su destino, más nunca posiblemente lo volverá a cometer. Después no nos asombremos cuando en las estadísticas de confianza en ciertas autoridades las perspectivas de aceptación es cero.
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