Comencemos por una pregunta elemental: Cómo es posible que el gobierno a través de la Superintendencia respectiva no haya podido controlar el alza inusitada del valor de los artículos de la canasta familiar, sufrido con ocasión de los bloqueos, paros, intolerable vandalismo que azotó a Colombia hace pocas semanas? Es cierto que la retención de los transportadores, el cierre de vías, las demoras producen desabastecimiento y por ello la escasez limita la oferta produciendo mayor demanda pero no hay derecho a que estén por las nubes los precios del diario alimentarse mientras que el gobierno se desgrana anunciando mayor incremento en el Ingreso solidario y las otras políticas de auxilio social. El comentario de una señora estrato dos que nos interpeló en la calle lo dice todo: De qué manera nos puede servir doctor los $160 que nos dan mensuales si antes con ello compraba arroz y huevos para un mes pero ya ni la mitad ahora de eso puedo adquirir?
Pero este caso no es el último. Hemos recibido mensajes y llamadas telefónicas, bastantes, donde nos piden que alguien del alto gobierno, específicamente de la Dian le explique al país por que aun esta entidad no ha abierto sus oficinas al público represando miles de trámites hasta el ahogo porque no da abasto el sistema virtual, lo que ha ocasionado demoras de meses en temas sencillos y elementales. Igualmente reconocemos que el gobierno anuncia con vigor permanentemente a través del Sisben toda su política y trámites para los auxilios sociales que mitigan la economía de los informales y desempleados de los estratos más bajos socioeconómicamente hablando. Pero cuantas miles de personas al acercarse a reclamarlo o a inscribirse se encuentran con una barrera infranqueable de requisitos, trabas, detalles, obstáculos que hacen imposible el desarrollo de la ayuda. Es decir, de la promesa a la realidad hay una distancia sideral para miles de ciudadanos.
Otra más: Cientos de personas nos comentan por texto o personalmente que las muy publicitadas financiaciones del sector privado y público a las Pymes, a los negocios en quiebra que se quieren levantar, a los auxilios de nómina, al capital de trabajo, al estímulo al empleo, todo este andamiaje noble, de buen propósito del gobierno nacional, se ve frenado cuando las personas o negocios, o empresas medianas o pequeñas se acercan a bancos y financieras y encuentran tal cantidad de exigencias, requisitos, problemas, que prácticamente es imposible adquirir o hacerse beneficiario de las políticas anunciadas profusamente por el gobierno y si servirían en una práctica positiva para el impulso inmediato a una reactivación económica integral, global, que no solo beneficie a ciertos sectores sino al país que intenta levantarse después de la tragedia.
El espacio no nos alcanza para enumerar más casos cotidianos en donde el ciudadano o su empresa o negocio pequeño o regular, se tropieza con una pared, con un muro, en donde se estrella después de acudir lleno de esperanza dizque para tomar la mano extendida de un gobierno que anuncia con buena intención pero no coloca los sistemas, las maneras, la logística para que en la práctica estas mejoras económica y jurídicas alivien de verdad la difícil situación por la cual ha atravesado el país. Menos formalismos y requisitos y más agilidad. Pero sobre todo, mejor voluntad de ayudar y no tanto de joder.