Ese es, según los datos revelados el domingo pasado por la Registraduría, el número de candidatos que se pelearan casi literalmente el “favor” del electorado atlanticense en la tan simpáticamente llamada “fiesta de la democracia” que tendrá lugar el último domingo del mes de octubre. A muchos de esos tantos miles de candidatos los hemos visto de brazos levantados, manos tomadas y dentaduras sonreídas autoproclamándose “los del pueblo” o “los de la gente” y, cuando la desfachatez se impone al pudor, sin pena se anuncian como “el” o “la” de tal mandatario. Seguimos muchos queriendo descifrar lo que entienden por pueblo o gente, y de paso ojalá nos cuenten el grosor del hilo con que les manejarán las manos al momento de firmar. Sin recato, sin pena. Ya para qué…

A menos que pase algo muy, pero muy raro, Alcaldía de Barranquilla y Gobernación del Atlántico están definidas. Candidatos con reconocimiento, recorrido y medios son apoyados por una aceitada maquinaria electoral en la que todos caben en la foto sin remilgos ni pisotones a las mangueras. A la voz de seguir mandando todos están de acuerdo. La tienen clara.

El bochorno, una vez más, va por cuenta de los llamados “alternativos”; que fieles a su tradición caníbal y el insoportable ego de sus dirigentes, llegan cada uno por su lado a ser extras figurantes de una película predecible y repetida. La guinda al pastel se la pone el pretender enfrentar el nepotismo con un candidato hijo de papá. De otro papá, pero igual “hijo de…”. Parece un mal chiste, pero no lo es. La estrategia para convencer al electorado de no votar por los mismos o sus familias es pedirle que vote por los hijos de otras familias. A esta incongruencia se le suma la pobreza antediluviana en propuestas o argumentos distintos a “no vote por”. Si esto fuera ciclismo, unos llevan media hora de ventaja en la bajada y los otros están subiendo peleando por el color de la bicicleta.

Ante esto, toman mucha mayor importancia las elecciones de Concejo y Asamblea. En la medida en que a dichas corporaciones lleguen voces e ideas distintas, incluyentes, con criterio propositivo, intención de respetuoso debatir y aportar con la crítica responsable antes que con el aplauso barato y el repetido asentir con la cabeza; se podría propender por un control político que con buen tono obligue al ejecutivo a dialogar, socializar y hacer públicas las razones de las decisiones que se toman. Que se acaben el pedante “va porque va”, el incorrecto “ahora si se hace” y el irresponsable “el mejor de la historia”, como si esto fuera una competencia. Aquí se trata de convivir, no de presumir. Aquí se trata de hacer bien y para todos lo que nos compete a todos.

A falta entonces de que se profundice como se debe en las propuestas de los candidatos a Alcaldía y Gobernación, bueno sería que los aspirantes a Concejo y Asamblea se preocuparan por hacer lo propio. Por lo menos para disimular. A ver si de esos 3.656 conocemos alguna idea.

asf1904@yahoo.com / @alfredosabbagh