El domingo anterior en estas mismas páginas se publicó un artículo sobre el cine hecho en Barranquilla y la mirada sobre la ciudad del llamado séptimo arte. Con respetuoso ánimo propositivo me permito complementar lo allí expuesto:

En primer lugar, es menester aclarar que existen numerosos registros escritos, fotográficos, en video y testimoniales que prueban que “La Langosta Azul” fue rodada en el corregimiento de La Playa en 1954. Coinciden voces autorizadas como las de Tita Cepeda y Enrique Grau en el carácter de creación colectiva y experimental de la obra, derivada de una idea central desarrollada por Álvaro Cepeda. De la gestación de esa idea se señalan indicios en columnas como “El hombre pesimista”, publicada en “El Nacional” en 1947; y aún hoy podemos seguir debatiendo sobre las influencias de las vanguardias artísticas en su propuesta estética, sin olvidar la crítica social que sale del retrato del entorno en que se filma.

Por el mismo tema central del artículo, vale incluir en el relato los registros cinematográficos realizados por la empresa Acevedo e Hijos, pioneros del cine informativo nacional, en la ciudad y la región la primera mitad del siglo pasado. Sobresale el mediometraje “Carnaval de Barranquilla 1951”, financiado por la Alcaldía y la Junta del Carnaval de ese entonces, en donde se puede apreciar en todo su esplendor la zona industrial de la Vía 40, el Centro Cívico, el aeropuerto de la empresa LANSA ubicado en lo que ahora es el Boulevard del barrio Simón Bolívar, el desaparecido Parque del Río, las playas de Pradomar donde era posible esquiar; todo combinado con imágenes del Carnaval que presidió Cecilia Gómez Nigrinis. Es, humilde opinión, un hermoso registro cinematográfico que vale la pena mostrar en colegios de la ciudad.

Y si hablamos de las fiestas, es claro que “El último Carnaval”, ópera prima del siempre recordado Ernesto McCausland, merece una consideración especial por lo que generó en el público local. Así mismo, Ernesto lideró “La esquina del cine”, grupo de entusiastas contadores de historias que realizaron cortometrajes como “Luz de Enero”, “Eterno nómada” o “El Cordel”; los dos primeros ganadores de convocatorias de Mincultura.

Mucho más se puede y debe decir. La historia es más rica de lo que parece, pero pudiera ser mucho mejor si los esfuerzos aislados los cambiamos por una verdadera industria cinematográfica local. Ojalá que noticias recientes relacionadas con la conformación de una Comisión Fílmica para la ciudad y el Departamento lleguen a feliz término.