Usted, que lleva como diez billetes y cuarenta monedas en el bolsillo tal vez no sea consciente de ello, pero las ciencias avanzan una barbaridad y cada vez más empresas, comercios y negocios de todo tipo apuestan por eliminar el dinero en efectivo y substituirlo por dinero electrónico. Y no hablo solo de tarjetas de débito y crédito, sino de pago desde el celular, el reloj inteligente (Smartwatch, señora), o, incluso, una mezcla de cámaras de reconocimiento facial y códigos de barras. Una modernidad tremenda. Por supuesto, las ventajas son evidentes: celeridad, comodidad, seguridad… ¿Se imaginan rateros con datáfono? ¿No, verdad? El dinero electrónico es el futuro. La pregunta es si ese futuro supondrá el final del efectivo o si ambos medios de pago convivirán. Desde estas líneas defiendo la convivencia y me gustaría exponer los riesgos de que desaparezca el efectivo.
El primer riesgo es una caída del sistema accidental o doloso. O sea, que todo el lío de computadores y programas informáticos en los que constarán sus ahorros se evapore porque un enchufe ha pegado un chispazo o porque un tipo muy listo se ha puesto a hacer lo que no debía con su teclado y sus malignos conocimientos informáticos. Esas cosas pasan. Y, si no hubiese dinero en efectivo y hasta que se resolviese el problema, ya me diría usted como se iba a comprar la arepa y el juguito del desayuno.
El segundo riesgo es el uso indebido de datos. Cada vez que usted hace una compra electrónica en algún sitio queda registrada su identidad, el objeto o servicio adquirido, el costo, la hora, etc. Todos estos datos pueden ser vendidos por la empresa que le da a usted el servicio obteniendo con ello beneficios económicos y elaborando un perfil personal que tal vez a usted no le interese que terceros conozcan. Porque no se olvide que quien le permite hacer compras electrónicas no es el Estado, sino empresas privadas que le van a cobrar de un modo u otro.
El tercer riesgo es el que, a mí, como liberal, más me preocupa: el control. En el momento en el que desaparezca el efectivo y todo el dinero sea electrónico estaremos en manos de quienes controlen el sistema informático. Un billete es un billete. Mientras esté en mi bolsillo, yo decido. Pero el dinero electrónico no está en mi bolsillo, está en una base de datos que es controlada por un tercero. Imagine que mañana el Estado decide prohibir cualquier producto. Hoy usted, si bien ilegalmente, puede adquirirlo. En un futuro de dinero solo electrónico ya no podrá. Imagine que se convierte usted en un ciudadano problemático. La empresa o el Estado o quien controle su instrumento de pago electrónico puede decidir “apagarlo” y expulsarlo a usted del mercado. No es ciencia ficción. En China, ese país al que más de un memo toma de ejemplo, ya pasan cosas similares.
Luego el dinero electrónico es como tantas cosas antes: comodidad, seguridad, etc. a cambio de libertad. ¿Estamos dispuestos al trato? Por supuesto que sí, la inmensa mayoría de la población firmará sin dudarlo que desaparezca el dinero en efectivo. ¿Y saben por qué? Porque la libertad, como el aire, no se valora hasta que se pierde.
@alfnardiz