
Agua
En su pasada columna en Kienyke, Ricardo Gutiérrez listó los vallenatos inspirados en los ríos que bañan la Provincia de Valledupar. La creciente, de Escalona; Río crecido y Río seco, de Fontalvo; Río Badillo, de Daza; el Rey del Valle, de Maestre; Amor sensible, de Molina. No falta en esta lista La gota fría, el cual, si bien no se refiere a río alguno, recuerda las heladas aguas que hasta hace poco descendían caudalosas de la Sierra Nevada.
De seguir como vamos, los ríos vallenatos pronto no serán más que leyenda, otra más de las tantas en la región. Una de ellas da cuenta de un sacerdote que vivía en Patillal y semanalmente debía oficiar misa al otro lado del río. En una ocasión en que enfrentó la muerte por cuenta del desbordado caudal, maldijo al río para siempre y el río jamás volvió a ser río. Se convirtió en musa de compositores: “mariposa en La Malena, sus casimbas son recuerdos”. La Malena fue el primero de los ríos que se nos fue, junto con los tiempos de la cometa.
Mientras Montería y Barranquilla se reinventan de frente a su río, Valledupar da la espalda a los suyos. Desde hace menos de una década, el Cesar se convirtió en botadero de basura y nido de goleros que se alimentan con cadáveres de animales intoxicados en estas aguas. La curva del Salguero, bajo cuyo puente otrora corría limpia esta corriente, toca hoy cruzarla con la nariz tapada por cuenta de su olor putrefacto, al mejor estilo del río Bogotá. El Guatapurí, por momentos no es más que un delgado hilo que solo arrastra piedras. El Chiriaimo ya recibió la extremaunción.
El ganado se está muriendo en manada. En una región que da más valor a una vaca que a una vida humana, asombra que los ganaderos ni siquiera se preocupen por adelantar una campaña –¡ni siquiera esto!– para salvar el agua. El Niño ha traído una de las peores sequías, pero no es suya toda la culpa. La gente se queja porque no llueve, pero no hace nada por cuidar el agua. Ni los ganaderos y agricultores, que la roban para bañar sus fincas; ni mucho menos los carboneros, que se creen dioses al pretender desviar los cauces naturales. En ambos casos, codicia. ¡Solo codicia!
Como si no fuera suficiente este negro panorama, casi “en modo Mad Max”, ahora se anuncia que en más de 33.000 hectáreas de Aguachica y San Martín se iniciarán exploraciones a través de fracturamiento hidráulico, un sistema que usa grandes cantidades de agua para extraer hidrocarburos atrapados en la “roca madre”. El fracking afecta las fuentes hídricas y genera impacto ambiental, pero la nefasta noticia pasó de agache en el Cesar.
A todas estas, ¿dónde están los ‘líderes’ políticos? ¿Cuáles, si los del Cesar solo ‘descuellan’ por sus vagabunderías? Ladronear es lo único que saben. Nunca –jamás– trabajan por los intereses del Cesar: tan pronto llegan al Congreso, se dedican a rascarse la barriga como budas presumiendo de prosperidad.
@sanchezbaute
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