Permítanme aclararles una película que parece estar confundida en sus nuevos cerebros con respecto a las relaciones de poder en el hogar, ya que muchos pretenden tomarse el cielo por asalto y quitarle el poder a quienes deben tenerlo, los padres, acudientes o cuidadores.
Voy a decir una barbaridad de entrada, pero que resulta congruente con los tiempos generacionales y que requiere una mirada con lupa sobre la actual: nosotros, los baby boomers, nacidos entre 1946 y 1964, fuimos quienes consolidamos los principios que se vienen trabajando desde el período conocido como La Ilustración, desde mediados del siglo XVII hasta inicios del XIX, un movimiento cultural e intelectual que promovió la razón, la ciencia y la crítica, la libertad individual, la igualdad, la división de poderes, lo que constituyó las bases de la cultura occidental moderna.
Además de haber influenciado la política, la economía, la cultura, la estabilidad y seguridad financiera y hasta la contracultura, se destaca su enfoque en la familia y los valores tradicionales, algo que resultaba necesario para recomponernos como sociedad después de haber pasado por la Segunda Guerra Mundial.
Hoy tenemos entre 60 y 80 años, con una salud física cuestionable por las razones naturales de la edad, pero con una salud mental sólida que se apoya en esos valores, pero con una gran preocupación: nuestros nietos andan perdidos en este planeta ante la carencia de aquellos valores tradicionales que hacían de la familia el primer grupo social en el que se formaban los hombres y mujeres que después mantendrían nuestro legado.
¿Dónde nos equivocamos en la transmisión de los valores a nuestros hijos para que esto llegara a los niveles en que se encuentra la familia, que es completamente disfuncional en la actualidad? Los niños y adolescentes son unos tiranuelos que pretenden imponernos el caos de sus mentes en formación al haber trastocado los principios de la familia. No se les puede decir nada, no se pueden castigar, son de una hipersensibilidad emocional que se quiebran con sólo levantarles la voz y, para remate, son reforzados por una serie de autores que escriben acerca de unos pobres desvalidos a los que hay que complacer en todo para que no se traumaticen.
Llegó el momento en que nosotros, los abuelos baby boomers, retomemos nuestro rol de formadores de la familia y dejemos de ser los viejitos complacientes que sólo podemos educar a nuestros nietos desautorizando a los padres en el manejo de asuntos fundamentales como la disciplina, el respeto a la figura de autoridad, el amor a los padres, el esfuerzo para conseguir las metas.
haroldomartinez@hotmail.com


