Los jóvenes que pertenecen a esta generación son los nacidos entre los años 1.997 y 2.012, es decir, los que prácticamente no utilizaron las cámaras fotográficas con rollos, no escuchaban la música de los discos en acetato y no se imaginaban un mundo sin internet, por el contrario, crecieron en un entorno marcado por la digitalización, la incertidumbre global y la inmediatez en la información. Son creativos, pragmáticos y profundamente conscientes de temas como la sostenibilidad, la diversidad y el bienestar emocional.

Para liderar a esta generación hay que comenzar con la empatía, no basta con verlos como “nativos digitales”, sino entender cómo han moldeado sus valores, expectativas y formas de relacionarse. No buscan únicamente estabilidad económica, sino contribuir a una causa que los inspire, por lo que los líderes deben conectar sus tareas cotidianas con un impacto social y ambiental más amplio.

Valoran la independencia, pero también necesitan de acompañamiento, con un liderazgo que permita un equilibrio entre libertad y guía, creándoles espacios donde puedan experimentar, aprender y crecer, a través de experiencias breves, prácticas y dinámicas que impulsen a las organizaciones a adoptar modelos de formación más ágiles y continuos.

La generación Z confía en líderes que comunican con honestidad, que reconocen sus errores y que muestran coherencia entre lo que dicen y lo que hacen; la transparencia genera credibilidad, y la credibilidad es uno de los pilares del liderazgo.

Para esta generación la diversidad es una condición esencial, buscan entornos donde las diferencias sean celebradas y las ideas fluyan sin rigideces. Los líderes deben fomentar la colaboración, abrir espacios de participación y facilitar la innovación desde la pluralidad de perspectivas.

Con esta generación, el liderazgo se construye desde la congruencia, más que órdenes e instrucciones, buscan inspiración; los líderes que evolucionan y actúan con integridad, se convierten en modelos a seguir, capaces de movilizar el cambio que esta generación representa.

La llegada de la generación Z no marca el fin de los modelos anteriores, sino una oportunidad para reinventar el liderazgo; John C. Maxwell y el experto en liderazgo generacional Tim Elmore coinciden en que el futuro pertenece a quienes sepan combinar la experiencia de las generaciones previas con la frescura, la innovación y el propósito de las nuevas, como, por ejemplo, con los de la generación Alfa, nacidos del 2.010 en adelante, quienes vienen siendo como sus hermanos menores.

El futuro comienza con Z, pero también con líderes capaces de aprender junto con ellos.

@henrydelae