El encuentro entre los expresidentes Gaviria y Uribe es el momento crucial de esta campaña presidencial. Marca el rumbo de las elecciones y del país.
No son los del próximo año unos comicios típicos donde solo se define el nombre de quien gobierna y un énfasis programático. Nos jugamos la democracia misma. Si gana el candidato de Petro, no hay duda de que la izquierda extrema, ahora sí, se queda en el poder.
Las instituciones resultaron mucho más fuertes de lo que se creía. Las cortes, a pesar de los constantes ataques de Petro y en ocasiones de sus turbas, han hecho su trabajo de defender la Constitución y aplicar la ley. Una y otra vez han tomado decisiones que marcaron la primacía de la Carta del 91 por encima de la voluntad del gobierno. Eso que Petro llama “golpe blando” no es sino el imperio de la ley. El Congreso, a pesar de los esfuerzos sistemáticos desde la Casa de Nariño por corromperlo, ha demostrado independencia. Ni sobornando congresistas consiguieron mayorías. Eso que Petro llama “bloqueo institucional” no es sino el ejercicio de la separación de poderes y del sistema de frenos y contrapesos. Pero esas instituciones no resistirían cuatro años más de penetración y ataques presidenciales.
Además, estas elecciones se realizarán, como no ocurría hace décadas, bajo la amenaza de los violentos. El asesinato de Miguel Uribe se cierne sobre todos los candidatos de la oposición, tanto como las dianas que marca Petro en el pecho de algunos de ellos. Y los grupos ilegales, favorecidos por sus políticas, están en su momento de mayor fortaleza en más de dos décadas. Y muy ricos
En esas condiciones la oposición debe triunfar. Para esa victoria la unidad de los demócratas es indispensable y el encuentro entre los expresidentes es fundamental.
Poco quedaría por fuera. El expresidente Uribe dijo que la invitación incluye a Fajardo. No sé si aceptaría, sentado en su aparente superioridad moral y en su tibieza. Y es el candidato, junto con Roy, de Santos, que juega a dos bandas y le está apostando a conseguir el apoyo de la izquierda para cualquiera de los dos en una segunda vuelta. El petrosantismo es una realidad.
En cualquier caso, la coalición que cocinan Gaviria y Uribe sería imparable y asegura la preservación de la democracia para después del 26. No queda sino aplaudir y esperar a que cuaje bien.








