Dirigida por Pablo Trapero, cineasta argentino reconocido por Carancho (2010), Elefante blanco (2012) y El clan (2015), & Sons representa un nuevo desafío en su filmografía, como lo es filmar por primera vez en inglés, en un registro que mezcla lo íntimo con lo fantástico. El guion, a cargo de Sarah Polley —directora de Women Talking y una de las voces más sensibles del cine contemporáneo—, adapta la novela homónima de David Gilbert, un texto celebrado por su mirada incisiva sobre la familia, la paternidad y el peso del legado.

Desde el comienzo, el proyecto llamaba la atención por reunir a dos creadores con sensibilidades diferentes: Trapero, habituado a retratar universos tensos y realistas, y Polley, con un estilo más contemplativo y emocional. La conjunción de ambos se traduce en una obra que combina tensión dramática, reflexiones existenciales y un sutil guiño a la ciencia ficción, sin perder el anclaje humano que da sentido a todo el relato.

La historia se centra en Andrew Dyer (Bill Nighy), un novelista consagrado que hace veinte años decidió abandonar la escritura, retirándose en el punto más alto de su carrera. Desde entonces, vive casi como un fantasma en su propia casa, recluido en un estudio que funciona como santuario y prisión a la vez, rodeado de estantes interminables de libros. El desgaste físico y emocional, acentuado por el alcohol y la soledad, lo han llevado a un estado de progresiva autodestrucción.

Andrew convive únicamente con su hijo menor, Andy Jr. (Noah Jupe), un adolescente que carga con el peso de acompañar a un padre distante y debilitado. La proximidad a la muerte lo hace convocar a sus otros dos hijos, Richard (Johnny Flynn) y Jamie (George MacKay) a regresar al hogar familiar. La noticia que Andrew tiene para ellos será el detonante de un reencuentro tan doloroso como revelador. La reunión, lejos de traer paz, reabre viejas heridas y obliga a cada hijo a confrontar no solo la figura paterna, sino también su propia identidad.

El guion juega con una premisa universal: ¿qué sucede cuando los cimientos de nuestra vida se tambalean porque descubrimos que han estado construidos sobre una mentira? Esa pregunta guía el relato y lo llena de matices. El desconcierto inicial se transforma en rabia, pero poco a poco surge la posibilidad de aceptar, comprender y, eventualmente, perdonar. La película muestra ese tránsito de manera orgánica, alternando momentos de humor ácido con instantes de gran dramatismo.

Las actuaciones sostienen con firmeza esta exploración, y cabe resaltar la breve pero contundente participación de Imelda Staunton, como la esposa de Andrew que ilumina la historia con su presencia.

@GiselaSavdie