Unos ríen, otros lloran. Unos ganan, otros pierden. Así se sentía el país durante la lectura de la sentencia de la juez Sandra Heredia condenando al expresidente Álvaro Uribe, mientras los medios de comunicación transmitían la noticia haciendo de la política todo un espectáculo como dice el escritor italiano Mazzoleni. Por su parte, las redes sociales difundían toda clase de memes haciendo mofa al acusado como si más adelante no se pudiera dar la misma situación con el presidente Petro sentado en el banquillo en un juicio similar. Definitivamente el ser humano goza con el sufrimiento del prójimo como sucedía en el Coliseo romano viendo al condenado arrojado a las jaulas de las fieras.
Ahora bien, en el aspecto jurídico sería irresponsable hacer un análisis de la sentencia en comento, de 1114 folios. Sin embargo, muchos penalistas coinciden que no hubo una valoración integral de las pruebas en el marco de la sana crítica, y la vulneración del secreto profesional señalado en el artículo 74 de la Constitución Política. Sobre la imparcialidad de la justicia, guardo un prudente silencio pues tratándose del juicio del siglo, donde se miden fuerzas tan poderosas y peligrosas, hay que evitar una bala perdida, una flecha envenenada del ejército Persa o un dron disparado por el ELN. Para el caso en concreto, el imputado cuenta con el recurso de apelación ante el Tribunal Superior de Bogotá, cuyos magistrados tienen una amplia experiencia en el tema, y posteriormente ante la Corte Suprema de Justicia como órgano de cierre, cuyas decisiones debemos acatar así no se compartan.
En el ambiente político sube la temperatura y la lucha por el poder, nace la candidatura número 65 del senador Iván Cepeda, las redes sociales hacen su trabajo sucio de fake news viralizando sus contenidos torcidos, aumenta la agresividad y violencia entre sus contrincantes y seguramente que habrá sangre en el ruedo como en la canción mexicana de los Huracanes del Norte.
Por último, conociendo la cultura política de nuestro país, la sentencia contra el expresidente Álvaro Uribe, antes de perjudicarlo políticamente, fortalece a su partido político, pues este personaje infatigable tiene una resiliencia como si fuese un monje hindú. Hay que recordar la lección del karma: “Cuando un pájaro está vivo, se come a las hormigas. Cuando el pájaro está muerto, las hormigas se lo comen a él. El tiempo y las circunstancias pueden cambiar en cualquier momento. No subestimes o lastimes a nadie en la vida”.
@FcuelloDuarte