En los tiempos en que se habla de algoritmos, así los legos en la materia no sepamos qué es, los que sí saben dicen que se trata de un “conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema”. Es que los algoritmos no son sólo matemáticos.
Son una idea lógica y secuencial que se monta para superar un problema. En el caso del fútbol, son los equipos contrarios. El algoritmo que aplica un entrenador es montar y desarrollar una idea, una táctica y una estrategia.
La idea puede ser defensiva u ofensiva, defender sin atacar, o defender y atacar, seguida del dibujo táctico de cómo parar a sus jugadores dentro del campo y la estrategia que es, cómo se moverán esos jugadores en el desarrollo del partido. El resultado de ese método, en estética y eficiencia, será el sello del técnico.
Desde Rusia 2018, cuando Francia ganó el mundial y vimos equipos jugando al fútbol por el fútbol, con cadencia, con astucia, para deleite del público, he insistido en esa parte lúdica que muchos técnicos olvidaron por el temor a perder, que el fútbol es un juego que hay que jugar, así de simple.
Toda esta explicación para poder entender porque el Junior se vio tan bien y diferente en el debut en la Liga 2025-2 jugando contra el Cali. Alguien me dijo que Junior se vio favorecido por que Cali se quedó con 10 hombres desde el minuto 7 del primer tiempo. Le contesté que, igual con 11 jugadores, el partido no hubiera cambiado de panorama.
Un buen arquero, un circuito defensivo y de recuperadores pronto y efectivo, un circuito ofensivo eficiente y veloz en la búsqueda y remate al arco. Marcación en campo contrario, pases seguros con 88% de eficiencia, 9 remates, 4 al arco y 2 goles.
Y lo más importante para la hinchada, el juego. Junior retornó a esa forma de jugar al fútbol que es parte del sentimiento del barranquillero y de los seguidores del equipo Tiburón. Ese juego que entretiene, que gusta, y que nos hace pensar que volverán los buenos momentos.
Es apenas el primer juego dirigido por el DT Alfredo Arias, no es para echar campanas al vuelo. Pero el Juniorismo degustó un delicioso sabor a fútbol y vio un equipo de esos, como nos gusta…