Hasta hace un poco más de un año, existió una selección Colombia atrevida, de buen juego, que logró en varios partidos tutear a grandes selecciones, sudamericanas y europeas. Después de la final de la Copa América 2024, se fue degradando en su funcionamiento y en los resultados.

Aquella, perseguía valientemente y de cerca a Argentina. Esta, huye aturdida y temerosa de la cercanía de Venezuela. Solo tres puntos la separan del séptimo lugar, el del repechaje, el que ocupa ‘la Vinotinto’. La del primer tiempo ante Perú, estuvo signada por la estaticidad, por la falta de movilidad grupal, por la ausencia de los necesarios cambios de ritmo y desmarques simultáneos para crear espacios y darles peligrosidad a los avances.

Por la falta de calidad en los movimientos y control del balón de los delanteros. Por la nula participación ofensiva de Borja por el lateral izquierdo, tan necesaria por la ausencia de Luis Díaz y de un reemplazo instalado por esa zona y de características algo parecidas. Por la falta de volantes que jugaran entre líneas para darle una progresión coordinada al ataque y así mismo ir eliminando rivales.

Por la excesiva búsqueda de la comodidad para James, que se retrasaba a la zona de Lerma y se alejaba de la zona de Durán para tocar muchas veces el balón, pero para hacer un fútbol intrascendente. En el fútbol cada jugada va necesitando un ritmo, va pidiendo distintas velocidades y algunos momentos de más riesgos, pero en Colombia James decide otra cosa con la anuencia del entrenador.

Cuando bajó la temperatura en el segundo tiempo y con el ingreso de Campaz y Marino Hinestroza, Colombia encontró desequilibrio individual, otra dinámica y mayor peligrosidad en los costados del ataque, pero sin acertar en los centros, en la toma de decisiones y en la ejecución final. El resto de jugadores acompañó desde las ganas, pero también desde la falta de ideas, imprecisiones técnicas y anarquía funcional, defectos que últimamente se le notan más.

Y al final, un 0 a 0 decepcionante. Le restan solo 3 partidos para evadir el acecho de Venezuela. Para eludir la incertidumbre del repechaje. La buena noticia es que depende de sí misma. La no tan buena, es que el primero de esos partidos es de visitante ante Argentina, el campeón mundial y, lejos, el mejor equipo de las eliminatorias.

Complejo desafío que, si llegara a sacarlo adelante, les devolvería, a la selección y a sus hinchas, mucha de la confianza perdida.