Terminó la cumbre mundial de la biodiversidad (COP16) en medio de un agridulce balance para el planeta, la nación y la ciudad de Cali. El peor librado fue el planeta, pues ninguno, léase bien, ninguno de los objetivos que se habían planteado para el encuentro se cumplió. Lo más grave, la no aprobación de la estrategia de financiación de las metas del Marco de Diversidad Biológica. Sin este plan es imposible avanzar en el cumplimiento de los objetivos a 2030 y la movilización de los 700.000 millones de dólares, monto en el cual se estima el déficit de financiación del Marco Global por la Diversidad Biológica.
En materia de financiamiento y aportes, que es el principal propósito de estos encuentros, nos vamos entonces con las manos vacías. Todo se aplazó al próximo año, cuando el grupo vuelva a reunirse en Bangkok. Los delegados se fueron preocupados, pues sin recursos y sin compromisos de los países ricos se pusieron en riesgo los 23 objetivos de la Conferencia de las Partes en materia de biodiversidad.
Las negociaciones se extendieron, en medio de la confusión, hasta el sábado por la mañana. Sin embargo, la falta de consenso y que más de la mitad de los delegados ya se habían marchado terminaron dejando a la COP sin siquiera un documento de compromiso formal. Total desorganización y falta de liderazgo en el debate por parte de la ministra Muhamad.
Un aspecto para destacar fue la ausencia generalizada de mandatarios a la cumbre. Ni siquiera los camaradas de Brasil, México y Chile se animaron a venir. Solo llegaron los presidentes de Armenia, Ecuador y Guinea-Bisáu. Todos se bajaron del bus. Hasta Canadá, organizador de la COP15, donde se firmó el acuerdo de Kunming-Montreal, y los países europeos, principales financiadores del compromiso global por la biodiversidad.
El Gobierno fracasó en su responsabilidad de buscar consensos, y no es de extrañarse, pues los mensajes de Petro fueron nefastos y el tono general de vaciada cayó pésimo entre los potenciales donantes. Cómo entender que no hiciera en su discurso inaugural ni una sola referencia a los temas de la agenda de la cumbre. Se despachó contra la inteligencia artificial, que utiliza energías sucias, “que se articulan para producir el Agamenón”; contra los dueños de la IA, que son el nuevo enemigo por haber desencadenado el colapso climático; contra el carbón, que es la base de la muerte. Y no podía faltar aquello de la revolución mundial de la humanidad y el virus de la vida por las galaxias. Y, por supuesto, el cambio de las finanzas mundiales “ligadas a la codicia y la muerte” y cuyos responsables son Estados Unidos, China y los países europeos, a los que se les esperaba pasar el sombrero en la cumbre. Regaño galáctico para todos.
Justo en medio de este reclamo, el Ideam informó del aumento del 223 % en la deforestación de la Amazonía colombiana durante el primer semestre de 2024, y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito anunció que el área dedicada al cultivo de hoja de coca en Colombia aumentó en 2023, alcanzando 253.000 hectáreas, la cifra más alta en dos décadas. ¿Qué pensarían los delegados a la Cumbre? Venir a recibir regaños de un gobierno que poco o nada ha hecho en materia de deforestación, de combate a los cultivos ilícitos y a la minería ilegal y que, lejos de ser una potencia mundial de la vida, se ha convertido en paraíso y refugio de organizaciones criminales gracias a la política de la ‘paz total’.
Las palmas se las llevaron sin duda la ciudad de Cali, las organizaciones de la sociedad civil y los empresarios de todo el país que acudieron con entusiasmo, convicción y generosidad a este encuentro. Cali mostró su cara amable, su civismo y su empuje. Todo salió bien, los eventos paralelos, las muestras culturales, la gastronomía y también la rumba en medio de un ambiente de seguridad y alegría. Un ¡bravo! grande para la Zona Verde y para Cali. Importante pasar la página de la nefasta administración de Ospina y de las asonadas en la pandemia.
Pero muy mal Petro por no haber entendido nada de la cumbre ni de sus propósitos. Muy mal la ministra Muhamad por su falta de liderazgo y nulos resultados. Muy mal por la Zona Azul, donde no se acordó nada. Y, hay que decirlo, muy mal para la biodiversidad del planeta, que perdió en Colombia una oportunidad para avanzar en sus metas y compromisos.