Dalida es una biografía dramatizada de la cantante y actriz Iolanda Gigliotti, que se apodó Dalida, y es interpretada por la poco conocida modelo italiana Sveva Alviti, quien convertida en la artista por su impactante parecido, se desempeña bastante bien en lo concerniente a la interpretación de las canciones, lo más destacable de la cinta.
Dalida nació en Egipto en 1933, en el seno de una familia italiana, y se dio a conocer como cantante en un concurso en París cuando apenas tenía 23 años. Es allí, en la ciudad de las luces, donde desarrolla su carrera artística, que se va colmando de palmas y laureles durante 30 años, en fuerte contraste con lo que terminó siendo su vida personal, en la cual nunca encontró verdadera satisfacción.
La película es bastante fiel a la realidad, y de hecho el hermano de la cantante, que se apoda Orlando, interpretado por Riccardo Scamarcio, tomó parte activa en el desarrollo del guion, que no sigue una estructura lineal, sino que se mueve adelante y atrás en el tiempo.
El filme comienza con el primer intento de suicidio de Dalida después de descubrir que su amigo y amante Luigi Tenco (Alessandro Borghi) se había quitado la vida como protesta ante “un público ignorante” después de haber sido descalificado en el Festival de San Remo.
Inmediatamente regresa a los años de infancia marcados por el encarcelamiento de su padre por motivos políticos y un acoso constante por parte de sus compañeras de colegio debido a un problema en la vista que la obligaba a usar lentes.
En 1956 se casa con Lucien Morrise (Jean-Paul Rouve), un empresario importante en el mundo de los medios de comunicación, quien descubre su talento y la lleva al estrellato, pero nunca la puede satisfacer como pareja, considerando más importante su desempeño artístico que la relación.
Con su espíritu libre y en esa intensa búsqueda personal, Dalida se involucra en otras relaciones con el pintor Jean Sobieski (Niels Schneider), con Lucio (Brenno Placido), un joven estudiante italiano y con un extraño personaje de la alta sociedad que se hace llamar “El Conde de Saint-Germain” (Nicolas Duvauchelle), que la fuerzan a confrontar la doble moral tanto de la sociedad como de la prensa.
Pero a pesar de las debilidades desatadas por los fracasos personales y la presión social, Dalida es imponente en su desempeño profesional, y logra cambiar la estructura del mundo de la música consiguiendo mas igualdad de condiciones para la mujer.
Si bien la película trata de abarcar la mayoría de los eventos relevantes en su experiencia artística, incluyendo al final su inmersión en la obra de Youssef Chahine Le Sixieme Jour, no se siente que profundiza lo suficiente en la parte psicológica de esta carismática mujer que decide terminar con su vida en el momento en que tiene conquistado el mundo.
Dirigida por Lisa Azuelos, Dalida atrapa a una audiencia muy particular, aquella que se identifica con su música y con las memorias que evoca.