Comienzo por admitir que fui una imbécil al entregar $140.000 en efectivo a Jesús León, el conductor que a través de la plataforma Uber me recogió en un Mazda3, gris oscuro. Lo había hecho otras veces con otros conductores, y creía que el ojo de la empresa siempre estaba sobre quienes en su nombre prestan el servicio. Acepto también la ilegalidad de mi proceder al solicitarlo, pero así como en otras ocasiones defendí el derecho personal a usar el medio de transporte que se nos dé la gana, hoy les quiero contar de lo peligroso que es usar Uber.

Lo primero, si solicitas vehículo debes fotografiar la pantalla de tu celular cuando el conductor acepta tu solicitud, es la única defensa que tienes si esa persona resulta un atracador, como el tal Jesús León, o sale un violador o un secuestrador. La empresa se niega a proporcionarte otro dato que no sea número de celular y nombre, y en tu historial de viajes tampoco aparecerá nunca la placa del carro. Esta respuesta recibí: “por motivos de privacidad de las cuentas de los conductores, la matrícula del vehículo se encuentra únicamente visible a la hora que solicitas el viaje y este es aceptado por el conductor, una vez finalizado el viaje esta desaparece del historial de tu aplicación”. Léase, señor usuario, váyase al carajo, usted no nos interesa. Luego viene lo mejor: “En el momento en que decidas iniciar una investigación formal a través de las autoridades necesitamos que nos envíes una fotografía legible con el parte emitido por las autoridades en el cual haces la solicitud de los datos del conductor y Uber cumplirá con cualquier solicitud formal de información del conductor que se pueda requerir para resolver este incidente”. O sea, si no te embarcas en un proceso judicial, jamás esa empresa será equilibrada entre usuario y afiliado.

Por eso recomiendo guardar en el teléfono, siempre, el pantallazo de aceptación de tu solicitud y nunca, pero nunca, nunca, uses Uber para recoger o repartir a menores de edad o adultos mayores, nunca pidas que te hagan mensajería ni confíes en ningún conductor que te llegue, bajo la creencia de que alguien los vigila: es mentira. Con que el conductor que responda cierre el viaje quedan a su merced los pasajeros y sus propiedades. Así de simple y sencillo. Lo escribo porque he oído de padres que mandan a recoger a sus hijos adolescentes a medianoche o a llevar y traer abuelitos. Uber no es seguro, solo protege a sus conductores y el usuario lo tiene completamente sin cuidado. ¿Es ese un servicio seguro? De ninguna manera, te puede suceder cualquier cosa. Estuve engañada sobre la supuesta vigilancia y responsabilidad de esa empresa, virtual e inasible. ¿Peligrosa? Completamente, todo es entre conductor y usuario, lo demás son cuentos de velorio.

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