A buen seguro que el tema que hemos escogido para nuestra entrega de hoy, debe haberles extrañado a muchos de nuestros lectores, que no podemos desconocer que nos tienen un alto aprecio como columnista deportivo de muchos años atrás.

Por el contrario y respetando el parecer de nuestros lectores, el tema de hoy seguramente ha de parecerles de poca monta a todos ellos pero para nosotros es una protesta sentida y sincera de no pocos aficionados al boxeo y a muchos eventos artísticos como los que albergó por más de treinta años el coliseo cubierto Humberto Perea, para rechazar indignados todos ellos por la forma no solo inconsulta sino arbitraria hasta más no poder, para ordenar irresponsablemente la destrucción de ese valioso recinto deportivo.

En las afueras del derribado coliseo se montó un ring de boxeo para así testimoniar en vivo que lo que se hizo al dinamitar el coliseo fue un acto antideportivo que ha merecido el rechazo de miles de aficionados barranquilleros.

Demoler primero para luego reemplazar lo demolido es una formula increíblemente torpe que lejos de acrecentar los escenarios la suma de los mismos sigue siendo ridículamente igual. El mismo panorama ya fue ‘reseteado’ para el estadio de béisbol Tomás Arrieta, glorioso pelotero de antaño y primer jugador colombiano que salió hacía el exterior a jugar para timbre de orgullo de los barranquilleros.

Por lo demás y volviendo al estadio beisbolero se dice que está proyectado volver su tribuna de sombra a la misma posición de antaño, seducidos los autores de las remodelaciones, porque en la vieja época los espectadores del béisbol llegaban en los buses de María Modelo y Caldas Recreo que los bajaba casi a las puertas de esa tribuna principal. De primer momento no comentaremos la medida no anunciada todavía y sí adoptada por el comité que dirige las obras para los Juegos.

Nada más, por el momento.