Solo le faltó meterse a cabecear en ese último tiro de esquina que le concedió a Santa Fe. Adrián Vélez parecía un jugador más del cuadro capitalino, desesperado y ansioso por buscar el gol que igualara la serie ante Junior en la final de la Copa Águila, que, finalmente, se quedó en poder de los tiburones, muy a pesar del pésimo arbitraje del antioqueño.
Todavía me alegra y enorgullece el merecido título de Alexis Mendoza y su combo. Borraron del camino a equipos complicados como Nacional, Tolima, Medellín y Santa Fe. Pero en medio de la dicha de ese logro no se puede pasar por alto la injusta expulsión de Tesillo, el cinismo con el que Vélez le mostró la tarjeta roja por una mano sin intención, el descaro con el que agregó más minutos al juego y todas las decisiones localistas que por poco le embolatan el máximo galardón al club caribeño.
Los reclamos suelen considerarse una pataleta o resentimiento de perdedor. Por eso es bueno sentar una voz de protesta ahora que se ganó, así, con la medalla en el cuello y el trofeo en las manos.
Esta clase de arbitrajes como el de Vélez, claramente tendencioso hacia Santa Fe (especialmente en el tramo final del segundo tiempo), no deben permanecer impunes y hay que rechazarlos con vehemencia. Mucho más ahora que vienen los cuartos de final de la Liga.
Fue tan gigantescamente perverso el desempeño de ‘Adriancito’ que hasta los mismos periodistas de la capital lo señalaron y cuestionaron fuertemente. Supongo que no pitará en las próximas instancias ligueras.