Este es el título de una película realizada en 1966. Resuena en mi cabeza desde hace tres días, a pesar de que no la recuerdo bien. Indago por la facilidad del internet y trato de encontrarla completa para verla de nuevo. No me seduce que la única que encontré online se encuentra doblada al español.

Trato de recordar y de adentrarme en esa frase porque París ardía el 13 de Noviembre de 2015, si, un viernes 13. Y entonces leo sobre la película basada en un libro escrito por Dominique Lapierre con Larry Collins. Fue una reconstrucción dramática de los eventos que condujeron a que en Agosto 25 de 1944, la resistencia francesa con los aliados norteamericanos, rescataran la ciudad de manos de los nazis.

París estuvo entonces al borde de ser destruida completamente, pues la orden de Hitler a su general a cargo, fue: quemar París.

Yo solo recuerdo que cuando la película llegó a las salas de la ciudad, los quinceañeros de entonces habíamos escuchado de su fama. Pero para la chiquilla de entonces, eso no era lo más importante. Lo más importante era que entre todo el grupo que íbamos juntos, estaba el chico que a mí me gustaba.

Yo, que había escuchado y aprendido todo acerca de esa guerra que desplazó a los dos lados de mi familia, solo quería sentarme al lado del chico. Y ese día, el milagro sucedió: el me tomó de la mano durante todo el desarrollo de la película. Es por eso que no recuerdo el film dirigido por René Clement, solo su título.

El guión de un muy joven Coppola junto con Gore Vidal, no pasó por esta cabecita. El ensamble de estrellas conformado por, entre otros, Alain Delon, Orson Welles, Kirk Douglas, Jean Paul Belmondo, Yves Montand, Simone Signoret, no me causó gran impacto. Mi juventud pasaba su propia película. Atravesada por las emociones de pensar que a lo mejor a él yo le gustaba, y tanto como el a mí.

Pero ya no tengo esas ilusiones y París ya no se encuentra solo en Francia. No quiero caer en la banalidad de lo que ahora sucede en las redes sociales, donde todo el mundo pone su foto con la bandera francesa. Pero Francia es ahora parte del mundo global. Un ataque a ella, es un ataque a todos.

No quiero mostrar fotos de todos los monumentos importantes del mundo iluminados por la bandera francesa en mi muro. Pero sé que ese ataque en París, es un ataque a todos los que creemos en la democracia. No quisiera que con poner fotos o decir frases como la famosa Je suis Charlie, ahora Je suis Paris, llegásemos a concluir que hicimos lo suficiente.

Y ¿qué es lo suficiente? Realmente no lo sé, estoy tan en shock como el resto del planeta, como el resto de los parisinos que mientras comían, departían y escuchaban música, vieron su mundo quemarse a pedazos.

Imagino a los nuevos totalitaristas gritando por sus celulares o mandando mensajes con la pregunta renovada: ¿Arde París?

Imagino que la película está por terminarse y saldremos del teatro y el chico ni siquiera se acordará de que tomó mi mano para siempre. Imagino que a los bebés de hoy les tocará vivir en un mundo donde no podrán ir a un cine a tomarse de la mano en nombre del amor y verán en las pantallas una película del siglo veinte, con un título famoso que terminará por ser realidad solo hasta el siglo 21.

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