Las malas prácticas políticas atentan contra: la libertad del voto, el derecho de un sistema democrático justo y la transparencia de la administración pública. A no dudarlo éstas constituyen “Siete Pecados Capitales Políticos” que conllevan, conforme al precepto bíblico, a la muerte debido a que la paga del pecado es muerte. En este caso la muerte política a corto, mediano o largo plazo de su autor.

Pero más allá de las consecuencias personales, los “Siete Pecados Capitales Políticos”, producen sociedades desgastadas, sumidas en la pobreza intelectual y económica, la anarquía, el subdesarrollo y en la falta de progreso social.

El primer pecado capital es la “Lujuria Política”: proviene según el Diccionario de la Real Academia Española del latín luxurĭa. Tiene dos acepciones, la primera relacionada con el vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales. Una segunda, con el exceso o demasía en algunas cosas.

La “Lujuria Política” además de un pecado capital es un vicio. Es decir, según el mismo diccionario un vicio es producto de una mala calidad, es el defecto o daño físico en las cosas; la falta de rectitud o defecto moral en las acciones; la falsedad, yerro o engaño en lo que se escribe o se propone; el hábito de obrar mal; el defecto o exceso que como propiedad o costumbre tienen algunas personas, o que es común a una colectividad; el gusto especial o demasiado apetito de algo, que incita a usarlo frecuentemente y con exceso; la mala costumbre que adquiere a veces un animal, entre otras actitudes y circunstancias.

Este vicio de la “Lujuria Política”, conforme a la definición en cita, es proclive a la ilicitud. Es decir, a lo no permitido ni legal ni moralmente.

También hace referencia la “Lujuria Política” al impulso instintivo que sale del orden o ley moral, que lleva a satisfacer deseos o necesidades de la propia carne. En este caso, la propensión excesiva a los placeres de los sentidos. Como si fuera poco, también éste pecado capital político está relacionado con aquella parte que excede y pasa más allá de la medida o regla, que se sale en cualquier línea de los límites de lo ordinario o de lo lícito. Actitudes que se acompañan groseramente de la insolencia, descortesía y desafuero.

Entonces se equivocan quienes piensan que la “Lujuria Política” está exclusivamente relacionada con lo sexual. Una correcta interpretación parte de lo sensorial en el campo político. Es decir, éste primer pecado capital político se explica a partir de los cinco sentidos humanos: vista, olfato, gusto, tacto, y audición. En otras palabras lo político está íntimamente ligado con lo que perciben y ejecutan, con el uso de sus cinco sentidos, los diversos actores políticos, sea para pecar o ser virtuosos.