Si bien en el pasado, concretamente en el año 1979, el ingeniero español director propietario de la prestante firma comercial Estudios Lamela, urbanística y arquitectura –conocida a nivel internacional por sus importantes proyectos en diferentes lugares del mundo– presentó a consideración de la Junta Directiva de la Zona Franca Industrial y Comercial de Barranquilla un anteproyecto para extender su actividad comercial e industrial a un área de un millón de metros cuadrados que la Nación le había cedido para tal fin, adyacente al aeropuerto, y en torno a la cual la citada firma española había propuesto mediante el sistema de concesión a largo plazo la realización de un megaproyecto que incluiría una importante infraestructura de carácter comercial e industrial, obviamente bajo el régimen de Zona Franca, que generaría alrededor de 2.500 empleos directos, imprimiéndole al aeropuerto un importante tráfico adicional, especialmente de carácter internacional. No es menos cierto que por circunstancias que no es del caso traer a colación, al no poder concretarse tan importante oferta para nuestra ciudad, y abandonarse tan importante área aeroportuaria por parte de su propietaria, la Zona Franca, se permitió que –tristemente– célebres líderes populares organizaran y llevaran a cabo, tan abierta como impunemente, la invasión de tan valioso territorio, hoy convertido en peligroso tugurio para las operaciones aéreas, lo que, independientemente de su valor comercial, no lo puede aprovechar nuestro aeropuerto para poder satisfacer las urgentes necesidades de ampliación de su infraestructura, acorde con lo que se propone el nuevo concesionario; a menos que la Zona Franca, en calidad de propietaria despojada, acuda a las autoridades judiciales competentes para la reivindicación del dominio y la posesión material de tan importante territorio.

Con lo anteriormente planteado, simplemente deseo que tanto las autoridades locales como el sector privado retomen el concepto del incontrovertible potencial de que dispone nuestro aeropuerto por su privilegiada posición geográfica a nivel continental, complementada con las excepcionales condiciones topográficas y meteorológicas reinantes, para desarrollar desde sus instalaciones, mediante un auténtico HUB –vale decir, acorde con la lógica y la razón desde el punto de vista técnico y comercial, sin restricción alguna de carga, combustible y/o pasajeros–, las operaciones a nivel intercontinental que por razones de orden político regional se han venido cumpliendo por parte de Avianca, pero desde el autodenominado ‘Triángulo de oro de Colombia’, sometiendo a modernas naves de largo alcance o de ‘vuelo crucero’ a operaciones domésticas de tan poca distancia (15 minutos de Bogotá a Cali y Medellín, respectivamente) previas a la operación internacional desde esas ciudades.

Con lo anteriormente expuesto simplemente aspiro a recalcar lo que históricamente he denunciado en torno al deliberado y mezquino tratamiento con que las autoridades aeronáuticas, en asocio de Avianca (la que insólitamente aún sigue celebrando su asamblea de accionistas en esta ciudad), han pretendido desconocer las mencionadas condiciones de privilegio que para toda clase de operaciones intercontinentales ofrece nuestro aeropuerto, sin restricción alguna de carga, combustible y/o pasajeros, para que a cambio y con carácter político regional las cumplan, aun con las obvias restricciones, desde las montañas andinas de nuestro país.