“A estos argentinos parece que les faltara ‘cañana’ en la ‘yuca’”, dije frente al televisor en su partido ante Jamaica, donde habiendo salido de la cancha como ganadores, la vergüenza de ese 1-0, cuando su gente esperaba una soberana goleada, los hizo salir cariacontecidos por un golcito de “mala muerte”, que así decíamos los adolescentes de los años 30, en el querido sector roqueño de nuestra primera juventud, cuando compañeros de barra, como Gonzalo Gonzáles, Carlin Nieto, Juan Eugenio Cañavera, Marco Rosillo y un generoso etcétera, que teníamos un pintoresco ‘hablantín’ para ‘poner sebo’, inclusive a las ‘peladas’ que nos gustaban en aquel entonces que se fue sin tiquete de regreso. Todos ellos estudiantes de aquel Colegio de Barranquilla que le daba sopa y seco a todas las demás instituciones educativas.
Pero volviendo a los argentinos, que salieron avergonzados de la cancha a pesar de haber ganado (sí, pero por 1 a 0 a un equipo de tercera como es Jamaica, que en atletismo la sopa y el seco nos los tira por la cara, desde los musiules hasta las pampas argentinas, visto está que no hay país en el mundo que no tenga su ocaso, seguido a un esplendor de la madona). En otra crónica ya publicada en esta sección hablamos de los Húngaros, reyes de toda Europa, que le podía dar hasta 2 o 3 goles de gabela a cualquier equipo igualmente europeo y ganaba por 5 a 1 o 6 a 2 aquellos delanteros que hasta parecían inconcebibles, hasta cuando unos alemanes bellacos en el mundial de aquel país los bajaron a patada limpia de su pedestal. Nadie ha ganado a ‘punta de patadas’ como ellos en aquella oportunidad.
A nosotros los ‘barranquillu’ (seguimos salpicando esta croniquilla “poniendo sebo”, como se decía, 50 años atrás cuando todavía no había aparecido esa brutalidad sin nombre de ‘mamadera de gallo’, la frase que se inventó un ‘jijo de fruta’ que nadie ha podido identificar, pero han acogido y pronunciado desde un presidente de la república hasta un carretillero que recoge basura y que Dios guarde, que contra el no tenemos nada, antes que nos salga uno de esos malditos oportunistas defendiendo la humildad, porque el carretillero es un ser humano y bla, bla, bla, como patentó una periodista cubana que llegamos a conocer cuando Barranquilla era el primer puerto aéreo de América, antes que un conjunto de bellacos la taladraban con su odiosidad.
En aquel periodo 30-40 del siglo pasado no había equipo extranjero que no mordiera la cabuya de la derrota ante el fútbol ‘barranquillu’. Los españoles de ‘Centro Gallego’ de Cuba (hemos dicho bien, españoles), que jugadores y dirigentes en aquella Cuba que también se fue para jamás volver, eran eso, gallegos de pura cepa, habladores del peor castellano inconcebible de que se tenga memoria. Bueno, dejemos el ‘barranquillu’ y la terminología que lo envuelve, que ya estamos demasiado viejos para tratar de revivirlo. Tuvo su época y sus cultores, cuando un puñado de ‘barranquillus’ dejábamos en babia a medio mundo de ‘come lisas’, que nos miraban como si estuviéramos locos de amarrar…
Más locos con los ‘mamadores de gallo’ y todos se lo festejan…