Los economistas utilizan la expresión “términos de intercambio” para connotar la relación que existe entre el precio de las importaciones de un país y el precio de sus exportaciones. En esencia, esta busca captar la capacidad de compra que tienen los productos domésticos vendidos en el extranjero, lo que la convierte en uno de los determinantes del ingreso disponible de la economía y de las decisiones de ahorro y consumo de las familias, variables que resultan fundamentales en los análisis de política económica.
Para el caso colombiano, la evolución de dicho indicador en los últimos 15 años presenta un comportamiento favorable, en relación al observado en la década de los 90´s, marcado por el auge internacional de demanda por los productos de los renglones minero-extractivos y la crisis financiera global.
Durante la década comprendida entre 2000-2010, gracias a la demanda del mercado chino se experimentó un incremento en los precios de los commodities que alimentó los precios de los productos de exportación colombianos (petróleo y derivados, carbón, níquel, productos agrícolas), de modo que los términos de intercambio crecieron fuertemente.
Coincide este crecimiento con los gobiernos de Uribe (2002-2006, 2006-2010), en que los términos de intercambio se incrementan desde 100 en agosto de 2002 a 165 en julio de 2010. Esto tuvo como resultado el mejoramiento de la balanza de pagos y el fortalecimiento de las finanzas públicas.
En el gobierno de Santos, los términos de intercambio alcanzaron su máximo entre el segundo trimestres de 2011 y el segundo trimestre de 2012. Desde entonces, debido a la desaceleración de la economía mundial, este indicador ha disminuido y, respecto al valor de agosto de 2010, ubicado en 100, se obtiene un valor de 96 en julio de 2014.
Esto indica una debilidad en el sector externo, que se verá afectado por una balanza de pagos cada vez más deficitaria y unas finanzas públicas débiles, porque los menores precios del petróleo afectan los ingresos del gobierno central, así como la eventual reducción del precio de la gasolina y las menores regalías de carbón y níquel, profundizarán los desequilibrios fiscales.
Este hecho pone de manifiesto la necesidad que se tiene de cortar con la dependencia de los ciclos de los precios de las materias primas, para que no sean estos los que jueguen el papel determinante a la hora de conducir el crecimiento económico nacional. Para ello se hace necesario fomentar un aparato productivo diversificado, que conduzca a una oferta exportable más amplia que tenga un enfoque hacia bienes con mayor valor agregado.