La corrupción, entendida como el incumplimiento intencionado del principio de imparcialidad con el propósito de derivar de tal tipo de comportamiento un beneficio personal o para personas relacionadas, es un fenómeno multidimensional, por lo que se suelen analizar factores endógenos (individuos) y exógenos (sociedad) para explicar la diferencia en los niveles de corrupción observada entre países.
Entre estos factores también se cuenta el grado de apertura comercial, medida como el porcentaje que representan las importaciones respecto al Producto Interno Bruto (PIB). El argumento es el siguiente: la imposición de barreras al comercio y una menor apertura comercial incrementa los incentivos de los importadores y agentes de aduanas para involucrase en actividades corruptas.
Mientras que la disminución o eliminación de barreras al comercio y una mayor apertura comercial debe disminuir los incentivos, y en consecuencia la corrupción. Es decir, una mayor apertura comercial debe reducir los incentivos a la corrupción, mientras que una menor apertura comercial los incrementa.
Estos planteamientos teóricos exigen cierta reflexión. En primer lugar, se refiere a la corrupción relacionada con funcionarios de nivel medio-bajo de la administración pública. En tal sentido, es necesario anotar que para que se observe una disminución en este tipo de corrupción la liberalización comercial debe ser extensiva: si la liberalización comercial no es creíble los niveles de corrupción antes que disminuir podrían incrementar.
En segundo lugar, la liberalización comercial podría generar nuevas oportunidades de corrupción en niveles superiores de la administración pública, en la medida en que los sobornos se paguen para obtener, por ejemplo, contratos, acceso privilegiado a mercados, o beneficios específicos como incentivos tributarios.
Los políticos, deseosos de maximizar sus posibilidades de elección, tendrán mayores incentivos para garantizar contratos u otros beneficios a aquellas firmas que le suministren recursos en forma de sobornos que, posteriormente, pueden ser utilizados para financiar las campañas. Entre menor sea la probabilidad de recibir castigo por este tipo de conductas, y más laxa la legislación sobre financiamiento y aportes a las campañas, mayor es el incentivo de la clase política para aceptar dichos sobornos.
El libre comercio beneficia a todos en la medida que fomenta la competencia, y en consecuencia, una producción más eficiente de los bienes y servicios. Esto requiere políticas bien concebidas e instituciones adecuadas para promoverlas. Cuando las políticas son inadecuadas y las instituciones débiles la corrupción puede prosperar.
En el contexto del comercio internacional, niveles de corrupción elevados se traducen en precios más elevados, promoción de la cultura de la ilegalidad, fomento de la ineficiencia del mercado y destrucción de las oportunidades de desarrollo.
*Profesor del IEEC, Uninorte