Nuestro hijo residente en EE.UU., Aníbal De Castro, nos ha hecho llegar el libro sobre la historia del boxeo cubano, que cualquiera sabe que es de los más ricos de Hispanoamérica. El libro fue escrito por Enrique Encinosa, nombrecito este que en 80 años más que cumplidos como lector deportivo y miembro de un hogar donde nuestro progenitor y nuestro hermano mayor eran deportivos de tuerca y tornillo y de manera por demás especial del suelo cubano, que boxeadores y cronistas deportivos daba a tutiplén.
Desde luego, en ningún momento hemos querido decir que Encinosa no fuera un cronista de primera fila. Tenía que serlo desde que se lanzó a editar un libro de tanta proyección como meterse a escribir nada menos que la historia del boxeo cubano.
Encinosa, hay que reconocerlo, abarca gran parte del espectro pugilístico de su país, aunque notamos que en algunos nombres de pugilistas ni fu ni fa, el hombre se explaya, en tanto que otros que conocimos por estas playas, a duras penas lo mencionara por una sola vez.
¿Cómo cuál? Hombre, no quisiéramos enfrascarnos en una controversia con esta crónica, que a buen seguro será leída por Encinosa a través de Internet. Apenas para muestra un botón, como dice el refrán, la única alusión que Encinosa hace de un welter cubano de gran calidad como lo fue Serafín Centeno, de quien apenas dice que perdió con el también cubano De la Paz.
El Centeno que perdió con éste en Panamá ya estaba destruido por haber cometido le torpeza inaudita de haberse enfrentado a un peso completo como Caimán del Sinú, barbaridad increíble.
Lo que no dice Encinosa es que cuando llegó a Panamá Serafín Centeno, ya estaba acabado por un combate que jamás debió haberse realizado nunca, en la que Centeno concedió mas de 40 libras de peso, pues siendo un welter-mediano como era, se enfrentó al Caimán del Sinú, de Colombia, quien era un peso completo con toda la barba. Esa salvajada fue montada por un venezolano que nunca había programado una pelea entre una garrapata y una cucaracha. Centeno boxeó en Colombia bajo el promotaje de nuestro hermano mayor, quien murió de apendicitis derivada en peritonitis. Muerto él, se permitió esa salvajada en el Teatro Colombia en 1.937.
Empero, Centeno ganó por puntos, pero se dijo que había arrojado sangre en el camerino, después de la pelea. 4 o 5 semanas Centeno viajó a Panamá y le podía ganar cualquiera, tal era su estado.
Bien, felicitamos a Encinosa. Ha hecho un gran esfuerzo cubriendo el amplio espectro del boxeo cubano, que no es tarea para ‘buchiplumas’ del periodismo, dicho ya para terminar esta entrega.
Al amigo Encinosa lo saludamos desde Barranquilla con respeto y admiración.