Un hombre tiene que ser demasiado hipócrita, es decir, antibiológico, para no admitir que le hace bien a la mirada y a la fantasía mirar a los ‘bollitos’ en minifalda. No se hagan los pendejos. Una mujer tiene que ser demasiado hipócrita, es decir, antibiológica, para no admitir que el ‘tumbao’ que imprime la minifalda tiene como fin fundamental exhibir el majurriño. No se hagan las pendejas. Es una cuestión biológica que está por encima de la moda.
Gracias a las neurociencias sabemos que existen unos núcleos en el cerebro que al ser estimulados en hombres y mujeres provocan las conductas típicas del macho y la hembra: en el primero la conducta decidida y en la segunda exhibir los genitales. Fíjense qué vaina tan linda la respuesta biológica del macho, la conducta decidida, más nada, la biología no autoriza a ningún macho a timbrarle el majurriño a un ‘bollito’. De la misma manera, antes de 1964, año en que la modista inglesa Mary Quant impusiera la minifalda, la biología ha autorizado a la mujer para que muestre los genitales. Suena grueso, pero puede ser sutil. Les pongo un ejemplo reciente con los reinados de belleza: fuera del momento final cuando las candidatas están de frente esperando la elección, todo el tiempo se la han pasado posando de medio lado para resaltar el majurriño, ¿sí o no? Es la biología en el concurso, todos sabemos que se ven mejor de perfil. La evolución es clara.
De ahí en adelante lo que sigue es la desanimalización en busca de la humanización, camino escabroso en el que cualquiera se puede perder. Por esa razón, la biología ha necesitado del apoyo de las normas y las ciencias sociales para contener la cosa animal y permitir que los ‘bollitos’ paseen tranquilas con sus minis por las pasarelas de la vida.
¿Qué impulso mueve a un hombre a abusar de una mujer en minifalda o en cualquier condición? Porque todos sabemos que es insostenible lo de la provocación de la moda, eso quedó atrás con el caso del hombre mayor en Brasil que mordió a una mujer en minifalda y los abogados pretendían defenderlo de su acto canibalesco acusando a la chica de “estimular” a los hombres con esa faldita. Le dieron 3 días de cárcel. Hey, sean serios. Ese señor tiene evidentes problemas mentales. Como lo tiene todo abusador sexual, hombre o mujer, que descarga su trastorno en otro consciente de lo que le está haciendo y del daño que le infringe. Eso es lo patológico, aquello que desborda las normas y convenciones sociales, el juicio, el sentido común, el sentido del daño y dolor, para sumergirse en las aguas profundas del inconsciente donde se libra una batalla dura entre el deseo animal de ir a agarrar ese culito por el simple hecho de ser lindo, y el acto civilizado que da muestra de sanidad mental al contener a la bestia, aplazar el placer al saber que no tengo ningún derecho sobre ese cuerpo y, por tanto, debo yo mismo y no ella establecer los límites del respeto. Es lo que se denomina ética biológica.
El equilibrio de lo biológico está en las supraestructuras de la sociedad. La ley, la justicia, las ciencias, son códigos necesarios para establecer unas normas de funcionamiento individual y social compatibles con una vida en grupo en medio de gentes con los mismos privilegios que los nuestros. Aquí es donde las ciencias apoyan la ley para establecer criterios de imputabilidad frente al abuso, que es lo relevante, no la minifalda.
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