A pesar de encontrarnos hoy día bajo el lente de una cámara con el objetivo de reducir homicidios, atracos y extorsión, los bandidos siguen haciendo sus fechorías. Estamos rodeados de cámaras, constantemente somos vigilados por esos pequeños lentes ubicados en lugares estratégicos en los ascensores, a la entrada de un edificio, en el banco, en el supermercado, en los buses, en las estaciones de transporte, en los aeropuertos, en cada calle, en cada esquina, en las carreteras, restaurantes, almacenes, hospitales, panaderías, salones de belleza, en los clubes, en las tiendas, etc.
Y aún así, el comportamiento no mejora. Hay lugares en los que no es suficiente ser observado por una cámara sino que adicionalmente hay un guardia de seguridad. Es tal la desconfianza y la deshonestidad que hay personas que tienen en sus celulares una aplicación con la que pueden vigilar su negocio desde cualquier lugar. Me pregunto si en las cárceles hay cámaras. Mientras en otros lugares vigilan, toman foto y hay que colocar la huella, es curioso que en las cárceles no hay cámaras ni censores para armas, celulares y drogas, nadie ve nada lo que allí entra o sale.
¿Qué nos ha pasado? En la época de los abuelos formados en la Urbanidad de Carreño, bastaba un pacto de ‘palabra’ para que tuviera toda credibilidad cualquier tipo de negociación. Hoy, con tantas leyes y códigos de ética, en vez de mejorar el comportamiento social, siendo mas éticos, confiables y honestos, hay más corrupción.
Se ha perdido también la intimidad y la privacidad, somos constantemente vigilados. ¿Qué tal los programas de espionaje de los Estados Unidos con el caso de Snowden?
Otro tema son las cámaras de celulares, con esas graban de todo; una cena en un restaurante, una velada íntima, una clase de gimnasia y, lo que es peor, de una vez cuelgan las fotos y videos en Facebook o Youtube sin solicitar el permiso del protagonista.
¿Para dónde vamos? La incoherencia de vida es un reflejo de la poca vida interior, y es la que ha hecho que seamos constantemente vigilados con una cámara que grabe nuestras acciones. El escritor Johann Wolfgang von Goethe dijo: “El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su verdadera imagen”.
Por Luz María P. de Palis
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