Hasta hace algunas décadas, Barranquilla como ciudad, como centro industrial, como puerto marítimo y fluvial, estaba a años luz de Bucaramanga. Pero en épocas relativamente recientes empezaron a aparecer indicadores que muestran una dinámica económica y social distinta entre las dos ciudades, gracias a la cual, hoy, Bucaramanga presenta niveles de progreso que la ubican como la ciudad de mostrar en términos de avances sociales, los más difíciles de conseguir en Colombia.
Es la ciudad con el nivel más bajo de pobreza en el país, independientemente de la metodología utilizada, 10,4% en 2012, nivel inferior al de Bogotá, 11,6%. Casi no tienen indigencia, 1,2%, inferior al de la capital del país, 2%, y como si fuera poco, es la sociedad con menor concentración de ingresos del país, 0,432, lejos de Bogotá, 0,497.
Claro que en Barranquilla ha bajado significativamente la pobreza en los últimos dos años: pasó del 34,7% al 30,4%, como muestran las cifras del Dane, siendo la mayor baja presentada en las ciudades, como anota la Alcaldesa. Pero la verdad es que, sin negar los avances, cada día estamos más lejos de Bucaramanga.
El primer indicador de esta realidad se anunció hace varios años, cuando se celebraba en Barranquilla su baja tasa de desempleo. Sin embargo, se anotó, sin que nadie escuchara, que el verdadero buen comportamiento del mercado laboral se estaba dando en Bucaramanga. La razón era evidente: el bajo desempleo de Barranquilla se tenía que asociar con una muy baja tasa de participación en el mercado laboral, más cercana al 45% que al 50%, cuando en Bucaramanga, la proporción de personas trabajando o buscando activamente empleo superaba el 70%. Pero estas alertas se desatendieron con ese triunfalismo que a veces nos caracteriza.
Hoy, Barranquilla aparece entre las cinco ciudades con mayor nivel de pobreza, después de Montería, Pasto, Cartagena y Cúcuta; tiene relativa baja indigencia, 3,8, y su concentración de ingresos está por debajo del promedio nacional con un Gini de 0,464. No se puede negar su avance, pero es fundamental tratar de entender las razones que han llevado a que Bucaramanga la supere en indicadores sociales de manera tan significativa.
Uno de los elementos que podrían señalarse para explicar este comportamiento diferente podría encontrarse en su clase dirigente. Se percibe una gran unión entre los industriales y la academia, que se reúnen para pensar en los próximos 20 o 30 años de la ciudad y del Departamento. Sin duda, puede ser en el liderazgo político donde se encuentra la gran diferencia. Aunque esta ciudad también ha tenido períodos de mal gobierno, han sido relativamente cortos comparados con la mala hora de Barranquilla. Aun administraciones muy reconocidas como la anterior, terminan cuestionadas por los entes de control por mal manejo de los recursos públicos. ¿Serán estas algunas de las posibles diferencias que ya son innegables entre estas dos ciudades?
Con excepción de algunos pocos años, Bucaramanga siempre se caracterizó por el mejor manejo de las instituciones públicas. En los 90, mientras el Seguro Social de Barranquilla, dominado por los Name, era un desbarajuste financiero, las clínicas de Bucaramanga eran de mostrar. Los costos que ha tenido que asumir Barranquilla por su clase política le han pasado una cuenta de cobro. Pero lo interesante es entender dónde más yace la diferencia, porque a todos los barranquilleros nos duele que a nuestra ciudad la desbanquen de ese lugar privilegiado que ocupó por décadas.
Por Cecilia López Montaño