El Heraldo
Orlando Amador
Centennials

Cristina Martínez y Paula Salcedo, dos amigas que no le temen a emprender

Las barranquilleras, de 19 años, son las creadoras de una marca de accesorios unisex, cuyo material principal es la mostacilla.

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Impoluto. En la sala de la casa de Cristina Martínez se respira paz y complicidad. Ella y Paula Salcedo, ambas de 19 años, se miran y sonríen con algo de timidez, dispuestas a empezar con la sesión fotográfica de esta edición. Se sientan juntas en un sofá blanco luciendo algunos accesorios de colores, hechos por ellas mismas. Le dan la espalda a un gran cuadro multicolor y miran directo al lente fotográfico, mientras dibujan una sonrisa genuina que queda registrada por el flash.

Sobre ellas se conoce que Cristina es estudiante de Ingeniería Industrial y Paula de Diseño. Cristina es apasionada por el baile, de hecho su primer acercamiento a este arte lo tuvo de pequeña, al hacer parte de la Escuela de Danzas de Julie de Donado. Es así como —en sus palabras— cualquier música que le pongan, la baila. Fue capitana de comparsas en el Country Club a los 11 años y sigue soñando despierta con llegar a ser algún día la Reina del Carnaval de Barranquilla.

“Los años que he podido he estado presente en esta fiesta que es Patrimonio Cultural e Intangible de la Humanidad, participando en las comparsas. Mis dos desfiles favoritos son: La Guacherna y La Batalla de Flores (...) También me encanta la cocina”.

Paula, por su parte, se declara amante del arte. Dice que este gusto ha sido innato, heredado por su abuela, quien “ama coleccionar arte” y decorar con cuadros cada rincón de su casa. Hace tres años hizo un curso de arte, el cual fue esencial para convencerse de su vocación. Su carrera de Diseño —dice— integra tanto el arte, como la fotografía y le permite abrir su visión en el mundo, detectando las oportunidades para hacer algo nuevo, algo distinto.

“Siempre me ha gustado explorar la pintura. Me encanta hacer collages de fotografías análogas. Trato siempre de mantener un estilo marcado en mis pinturas y en mis cuadros que hago en mi casa en mi tiempo libre, haciendo uso de lo que encuentre en mi cuarto”.

A Paula y a Cristina no solo las une la amistad que han cultivado desde niñas. Las dos sobrellevan una relación de camaradería, pero sobre todo de negocios. Son las creadoras y las propietarias de High Spirits, marca de accesorios que emergió en un encuentro casual.

“Como en septiembre del año pasado fui a la casa de Paula y la encontré haciendo collares con mostacillas, así que me le uní y empecé a hacerlos. Luego decidimos lucir cada prenda que hicimos  y entre nuestras amigas nos dimos cuenta que habíamos tenido mucha acogida. Cuando nuevamente nos volvimos a reunir, ahí empezó la idea de montar el negocio. En noviembre ya teníamos todo organizado y en diciembre decidimos lanzarlo. Así nació High Spirits”. 

Cristina y Paula disfrutan crear accesorios unisex

Para elegir el nombre de la marca no fue tarea fácil. Coinciden en que durante varios días se dedicaron a aportar muchas ideas, guardando aquellas que más les gustaba. En este proceso fue fundamental la sugerencia de sus grupos de amigas, pues como sondeo cada quien fue deliberando su punto de vista, lo que les permitió determinar cuál era el nombre más llamativo.

“De los primeros nombres surgió High Spirits y fue con el que más nos identificamos. Pensamos que expresaba nuestro deseo de volar”, cuentan.

Paula especifica que las dos se han dedicado a crear accesorios como collares, pulseras, anillos y tobilleras, todos hechos por ellas mismas con mostacillas y diferentes tipos de piedras de fantasía. Hace poco lanzaron una edición limitada de camisetas con nodrizas y elementos de High Spirits, que no descartan volver a sacarlas al mercado. Adicionalmente llevaron a cabo una campaña en la que involucraron a madres cabezas de familia del municipio de Mosquera (Cundinamarca), quienes trabajaron en piezas de la marca, con el fin de brindarles una ayuda y así fomentar el empleo en Colombia. También hicieron una colaboración con la marca Bahama Mama, mediante la cual ofrecieron sus productos.

Cristy, como es conocida Cristina por sus allegados, manifiesta que a las dos les resulta fascinante el hecho de que sus diseños vayan dirigidos a un público unisex. Creen en que sus accesorios le permiten a cada persona “expresarse de forma única”, sin importar el género o la identidad.

“Tenemos como plus que trabajamos sobre pedido para que el cliente sea libre de solicitar lo que le surja de su imaginación. Nuestros productos están en constante evolución y cuentan con una versatilidad que otros no tienen, además, permiten que cada persona que los use lo haga a su propia manera (...) La mayoría de los insumos que usamos son nacionales, pero siempre estamos buscando en el mercado internacional para integrar cosas nuevas (...) De momento todo lo comercializamos por Instagram”.

Si bien este emprendimiento surgió como un hobby, para Paula y Cristy ha sido esencial a la hora de explorar su creatividad, la recursividad y la responsabilidad que —aseguran— deben tener a futuro en sus vidas laborales.

“Cada día nos topamos con nuevos obstáculos que al poder sobrepasarlos nos muestran lo mucho que hemos crecido como emprendedoras, como equipo y como personas. Constantemente le apuntamos a algo nuevo (...) Algo que caracteriza a nuestra marca es que no tenemos miedo de crear y de intentar cosas nuevas. Creemos que cada idea que se nos ocurre vale la pena intentarla por mas fuera de alcance que suene, así que siempre le apuntamos a eso y esperamos que en un futuro esto sea lo que haga crecer a nuestro emprendimiento”.

Cristy y Paula disfrutan pasar tiempo juntas, ya sea comiendo, trabajando o simplemente hablando de la vida. Son vecinas en Bogotá, ciudad en la que estudian y en la que coinciden en el mismo alma mater: Universidad de Los Andes.

Paulina sueña con tener su propio colectivo de diseño, en el que pueda crear proyectos sociales desde el diseño y el arte, así como formar una familia. Cristy, por su parte, asegura que la ‘desvela’ el hecho de lograr ser algún día una alta ejecutiva “de una empresa importante colombiana, pero sobre todo formalizar una familia y ser feliz”.

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