RESPONSABILIDAD
La acción de repetición
El Artículo 90 de nuestra Constitución establece que “El Estado responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas. En el evento de ser condenado el Estado a la reparación patrimonial de uno de tales daños, que haya sido consecuencia de la conducta dolosa o gravemente culposa de un agente suyo, aquel deberá repetir contra éste”.
En el mismo orden la ley 678 de 2001, define la acción de repetición como el medio que le permite a la administración pública obtener de sus funcionarios y exfuncionarios el reintegro del monto de las indemnizaciones que ha debido reconocer a los particulares como resultado de una condena por los daños antijurídicos causados en ejercicio de sus funciones públicas, siempre que haya actuado con dolo o culpa grave. La responsabilidad estatal encuentra su mayor justificación en la figura de las fallas del servicio, la cual parte del no funcionamiento de un servicio público o en la prestación retardada del mismo, generando un daño a un particular que debe resarcirse.
Las demandas al Estado por hechos imputables a los funcionarios públicos son billonarias y están alcanzando el 50% del Producto Interno Bruto, siendo las acciones militares, el derramamiento de petróleo y el desplazamiento forzado las de mayor impacto económico ya sea por acción u omisión en la protección de la vida, honra y bienes de los ciudadanos.
El Estado entonces, debe asumir por mandato constitucional la responsabilidad, con la obligación de repetir contra aquellos funcionarios públicos que en el ejercicio de sus funciones ocasionaron el daño, pero esto sucede pocas veces y podríamos señalar como un hecho excepcional, la persecución de los bienes del infractor por parte del Estado.
Samuel Muñoz Muñoz.
‘BUENA PERSONA’
Apoyemos al Presidente Duque
El Presidente Iván Duque Márquez, aunque inexperto y con muy poco bagaje comparado con las élites políticas a las que estamos acostumbrados, es una persona inteligente, preparada y como hasta ahora parece, buena persona, algo supremamente importante en el contexto nacional e internacional, teniendo en cuenta las últimas elecciones presidenciales, principalmente EEUU y Brasil (Democracia enferma). “De quien no es buena persona, nunca esperes algo bueno”, expresó el Papa Francisco.
Era de entender y esperarse que no tuvieran mayor entendimiento el presidente Duque y los principales directores del Centro Democrático, Fernando Londoño Hoyos, Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, José Obdulio Gaviria y el Bachiller Macías, como hasta ahora parece estar sucediendo –ojalá no me equivoque– muy principalmente por la característica básica de sus personalidades prepotentes y soberbias, que más pareciera un remedo de su jefe, que auténtica personalidad, y si no es así, peor, sin negar, casi todos muy inteligentes, preparados, y capaces, en especial su jefe mayor, el Senador Uribe. El país no soportaría un período más de polarización, estamos al borde de creer que el odio, la mentira y la calumnia son conductas normales dentro y fuera de la política; el daño grave no es para el Centro Democrático, liberales, conservadores, polistas, fajardistas y todos los demás partidos políticos y candidatos independientes incluida la izquierda, el daño grave es para el país, su economía, sus relaciones internacionales, sus empresas, para nosotros mismos, nuestros hijos, las futuras generaciones, para toda la sociedad.
El apasionamiento político puede ser más dañino y perjudicial que la corrupción, el narcotráfico y la delincuencia común.
Apoyemos al presidente Duque en sus buenas intenciones de gobierno, aunque no seamos uribistas.
Hector Asaf Quintero