Presiento de tu venida la grandeza,
de tus huellas dibujadas en mi suelo
recogiendo mi angustia y mi desvelo.
Ah! estar en mi tierra. ¡Cuánta nobleza…!
Es tu abrazo la máxima certeza
que al traerme alivio y consuelo,
me impulsa a alzar el vuelo,
¡con alas desplegando fortaleza...!
Acendrada de dolor, mi alma quiere
acabe la guerra absurda y destructiva,
¡y la corona ceñir de preclara oliva...!
Es tu verbo tan lleno de esperanza,
vibrando en mis fibras sensitivas, ¡la sublime oración, en blanca espira...!
Lic. Ilma Ariza De Ávila