l Ecoparque Ciénaga de Mallorquín es la viva prueba de que con la conservación de ecosistemas se puede impulsar el progreso local. Por esta razón, fue una parada imperdible durante el Foro de Desarrollo Local de la OCDE.
Envueltos por el canto de las aves y el aire fresco y puro de los mangles, los participantes de este evento conocieron el avance que ha tenido el ecoparque: recorrieron sus senderos; observaron las garzas que vuelan sobre este ecosistema en el mirador; probaron el tradicional patillazo y una picada de mango al estilo barranquillero. Pero, sobre todo, encarnaron, finalmente, la transformación de la que tanto se ha hablado estos últimos días en los conversatorios.
Nicolás Chain, quien hizo parte de la delegación de Tandil (Argentina), —ciudad que coordina el Instituto de Turismo de la Red de Mercociudades— observaba con fascinación las artesanías que la comunidad vendía en los espacios del ecoparque; escuchaba con atención los datos que exponía la moderadora sobre la ciénaga y se dejó deleitar por los sabores propios de la región, así como también de los inolvidables verdes que visten el parque.
“Pienso que es una iniciativa increíble para revalorizar eso que nos hace únicos como América del Sur y como comunidades, y para aprender de la naturaleza, justamente”, expresó Chain.
El encargado expresó que ha visto ecoparques similares, pero que son incomparables con Mallorquín, ya que destacó el cuidado que se tiene con la naturaleza, la infraestructura, el respeto con las especies y la accesibilidad con su público.
Aseveró que no le añadiría nada al ecoparque: “Me encanta cómo han sabido, por un lado, capitalizar la identidad cultural; por otro, el ecosistema propio de acá; y, por otro lado, identificar las bondades que son específicas de este lugar”.
Durante este fascinante recorrido de más de un kilómetro, se les explicó que la ciénaga de Mallorquín conserva cuatro de los cinco mangles que hay en toda Colombia: mangle zaragoza, amarillo, rojo y negro. Su humedal está conformado por el agua dulce del río Magdalena y el agua salada del mar Caribe, una fuente hídrica que permite el crecimiento de los mangles.
“Estamos generando un ecoturismo importante, un turismo de avistamiento de aves que ahora mismo es supercrucial y superinteresante para los europeos, quienes buscan sitios donde puedan tener esos espacios de avistamiento de aves”, dijo Joaquín Buitrago, director de Barranquilla Verde.
Cabe resaltar que en la ciénaga viven alrededor de 177 diferentes tipos de aves. Por otro lado, también se les resaltó el importante papel que cumple la comunidad en el Ecoparque.
“Las comunidades han participado activamente en este proyecto, y de hecho, algunos de ellos están aquí todavía y tienen diferentes negocios. Se han beneficiado y siguen con sus actividades de pesca de manera ordenada”, aseguró el director.
Por su lado, Humberto Cote, coordinador de los asuntos OCDE en el Departamento Nacional de Planeación de Colombia, aseguró que esta infraestructura tiene un potencial de ser replicable en diferentes zonas del país.
Además, sostuvo que el ecoparque es un ejemplo de resiliencia, que refleja que las ciudades sí pueden pensarse a largo plazo.