Su apuesta es ser referente regional y nacional de la trasformación social para contribuir a que la igualdad entre mujeres y hombres sea una realidad en La Guajira y el Caribe, a través de iniciativas académicas, culturales y procesos de ciudadanía activa.
El enfoque de Evas&Adanes es interseccional/holístico, porque como asociación trabaja por la igualdad y la no violencia basada en género y el foro concierto permite sensibilizar a las personas sobre la historia de desigualdad y violencias contra las mujeres que tanto han afectado el desarrollo social.
Es liderada por la asociación Evas&Adanes y está basada en el compromiso de no resignarnos a realidades adversas de La Guajira; por ello, la asociación considera que mediante el tejido de alianzas con diferentes organizaciones se puede aportar a la construcción de nuevas realidades que aporten a un territorio encaminado a la equidad, la igualdad de derechos y la no violencia.
Ser mujer y negra, corresponde a conquistar cada espacio y a romper paradigmas, a seguir atravesando prejuicios en la ciencia, la tecnología, la música, la política, la literatura, el deporte y todos los sectores.
Colombia como país necesita sanarse, no solo llorar y condenar las violencias sino asumir narrativas, acciones y culturas anti-violentas, pacíficas y respetuosas de las diferencias.
Sigo superando tusas y buscando ese equilibro entre el derecho a ser feliz y el pensamiento crítico de no resignarme a realidades que están invitadas a ser cambiadas.
El deporte no es un juego irrelevante, es una herramienta de transformación social necesaria en un país que merece trascender de las narrativas violentas y las desigualdades, de una vez por todas.
Natalia es una empresaria con liderazgo generoso que ilumina el camino de muchos, que tiene claridad en el trabajo en equipo y que siempre tiene un sí para las personas que acuden a ella.
Su historia es un claro ejemplo del auge de una nueva generación de chefs colombianos, y también el poder transformador de la pasión, el esfuerzo y la autenticidad.
Con esta columna quiero invitar (como lo he hecho muchas veces) a que sigamos sanando prejuicios y discriminaciones, que respetemos lo que no se nos parece, lo diferente a lo que consideramos – normal o aceptable – yo personalmente, doy gracias a mi familia, a mi colegio de infancia, a mis profesores universitarios (que me supieron pescar) que entendieron mis habilidades y diferencias.