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“El síndrome de la bata blanca” es un mito de invulnerabilidad que se le aplica a los médicos y se supone que es un blindaje que los resguarda de la depresión y ansiedad. Se equivocan quienes piensan que el estatus facultativo protege contra estas alteraciones de la esfera mental y quienes la sufren, terminan alterando sus funciones mentales. Esto no inmuniza, no diluye la sobrecarga asistencial, o las condiciones de trabajos inestables o turnos y la exigente demanda. Somos 10 millones en el mundo, tenemos una tasa de suicidio de 28-40 por 100.000 cuando la población general es 12.3 por cada 100.000 habitantes. Cerca de tres veces más que la de los médicos. Hay mayor prevalencia de enfermedades psiquiátricas como ansiedad y depresión, y con picardía las archivamos en la blusa blanca.

Vámonos a la fuente de esta pandemia: los estudiantes de medicina, médicos internos y residentes tienen el 28% de estados depresivos. Esta cifra para algunos posee un subregistro y no se incluyen labores estresantes como largas jornadas de trabajo, responsabilidad extrema y altos niveles de susceptibilidad a juicios y demandas. ¿Pero cuando se detecta? La evaluación psiquiátrica en el momento del ingreso se convierte en un saludo y luego en la facultad los muchachos con riesgos se diluyen. Si hacemos hincapié en el hecho de que los pacientes con depresión severa, se suicidan 15%, tomaríamos medidas desde los primeros semestres. Tenga presente: el suicidio de los médicos esta precedido por una serie de manifestaciones como historia de enfermedades psiquiátricas, drogas y alcohol, y hay otro:problemas económicos.

De acuerdo con la OMS se suicidan 3.000 personas al día (una cada 30 segundos) y subraya esta cifra que la salud mental es un problema público. Se equivoca la población general cuando percibe al médico como un ser infalible y seguro, tiene “todas las cosas aseguradas en la vida”. No saben, por ejemplo, que los estudiantes tienen la doble tasa de depresión que sus compañeros de otras facultades. La idea suicida en estudiantes de medicina en América Latina es del 15.7 (limitación propia del trabajo) pero esta cifra nos debe alarmar sobre la situación de salud mental. El 10% de los médicos residentes confiesa sentirse incapaz de atender pacientes con manifestaciones mentales.

Hay múltiples causas: estrés que se identifica con epidemia de agotamiento y refleja un sistema de salud que los sobrecarga. La depresión acompañante al estado de ansiedad es otra de las causas. Da miedo y aprensión que los señalen como enfermos mentales o débiles, y se adiciona, como mecanismo de defensa, la negación. No se desea aceptar los problemas emocionales. No olvidar los problemas legales y la mala práctica: después de los tres meses de un episodio de esta categoría, la incidencia es mayor. Estas causas y sus consecuencias se pueden tratar abiertamente en programas colectivos de salud mental.

En Colombia hay cerca de 5.400 médicos residentes en los 550 programas autorizados en el país. Se encuentra 6.5% en riesgo suicida y 22.6% en ideación suicida. No desconocemos la gran carga laboral y el ritmo de estudio que se exige. Igualmente, la disciplina y el comportamiento estricto que es necesario mantener. Lo complicado es que estas normas tengan como receptor a personas con alteraciones mentales y síntomas que hablan de depresión y ansiedad. Si a esto le agregamos trato no cortes, exigencia exagerada y manifestaciones no educadas el resultado es lamentable. La violencia psicológica y el acoso laboral o sexual son ingredientes inaceptables.

Que grave que el 44.3% de médicos encuestados (3.183) respondan no a elegir la profesión médica nuevamente. Otra situación adicional entre los residentes:50% con síndrome de agotamiento y repercusiones emocionales. Debemos entender que el suicidio es una muerte violenta prevenible y la piel dura o quemada se necesita en algunas condiciones, pero no debe ser la constante en los que están en entrenamiento o ya practican su vocación. Creo firmemente que debemos enaltecer la profesión médica. Una muerte de un practicante de la salud es una pérdida enorme en un país donde hacen falta este tipo de profesionales y, sobre todo, con la escasez registrada de especialistas que hoy tenemos.

Diptongo: No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad.