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Todos los sábados, de seis a ocho de la mañana, los visitantes del malecón de Puerto Colombia se pueden encontrar con un grupo de mujeres que se reúne a practicar el voleibol playa. Antes de jugar realizan un calentamiento previo para 'conectarse con el terreno y el ambiente' que las rodea. La clase es dirigida por Andy Cure, entrenador y presidente de Mares, un club deportivo y formativo enfocado en este deporte.

La clase dura hora y media. La intensidad del entreno es elevada, pues Cure busca 'optimizar el trabajo' de las jugadoras y para lograrlo realiza ejercicios para calentar las articulaciones y activar el cuerpo. Luego continúan con movimientos de coordinación y desplazamientos por toda la cancha, para luego pasar a la parte técnica de la clase: mejorar los movimientos básicos como, por ejemplo, el servicio, bloquear, recibir, colocar, atacar y rematar. Todo esto con el fin de prepararlas para las competencias que vienen en los próximos meses.

A diferencia del voleibol coliseo, el entrenador explica que en el de playa no participan seis jugadores, sino dos. Las medidas de la cancha son más pequeñas (8x16cm) y algunas de sus normas varían.

'Son deportes hermanos', dice Cure. Agrega que 'el sistema de juego es el mismo: coger el balón y volearlo de una cancha a otra sin que caiga en el piso'. En esta rama se juegan solamente tres sets, dos de 21 puntos y el tercero de 15.

La vestimenta también cambia. Al ser un deporte que se practica bajo el sol y en la arena, los hombres utilizan pantalonetas y camisillas, mientras que las mujeres, por lo general, juegan en bikini. También, complementan sus uniformes con gorras y gafas (para protegerse de la arena).

'Para practicar voleibol playa se necesitan ganas, que te guste el mar y ensuciarte de arena. De ahí en adelante simplemente es venir y aprender a jugar', dice el entrenador. Sin embargo, también advierte que, aunque cualquier persona (sin importar la edad) puede jugar, aquellos que tengan antecedentes médicos deben consultar antes de asistir a los entrenamientos.

Además de divertirse mientras entrenan, también se benefician tanto física como mentalmente. Sobre todo, al trabajar el tren inferior, ya que tonifican y potencializan sus piernas. Aún así, para el entrenador, 'más que estar sanos y fuertes', desde Mares buscan que sus alumnos tengan una mente y espíritu en 'total equilibrio'.

'Nuestra metodología se basa más en la persona y en el ser. Usamos el voleibol como herramienta para poder llegar a cada jugadora y fomentar en ellas principios, valores y creencias que nos ayuden a tener una sociedad sana y que cuide el medio ambiente'.

Jolie Guzmán, quien practica voleibol hace más de 10 años y voleibol playa desde hace cinco meses, cuenta que para ella ha sido una experiencia 'absolutamente novedosa' al tener que 'trasladar los movimientos tradicionales' a la playa, logrando que sea 'más consciente' de lo que está haciendo mientras juega.

'Creo que eso cambia mucho del voleibol piso en el que estás dentro de un coliseo y los movimientos son otros, pero aquí estás al aire libre y tienes otros componentes como estar pendiente de la brisa o de lo que pasa alrededor'.

Para Lorena Salcedo, otra de las jugadoras, esta ha sido una 'experiencia muy enriquecedora' no solamente por los beneficios corporales, sino espirituales, porque 'fortalece el alma' y al mismo tiempo se conecta con los otros compañeros y la naturaleza, pues las clases normalmente finalizan con estiramientos y un buen baño de mar.