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Uno de los líderes de la nueva ola de la champeta, Kevin Flórez, durante un concierto en Cancún, México, este mes.
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La segunda ola de la champeta llegó para quedarse

Desde los éxitos del Sayayín y el Afinaíto ha pasado más de una década • El género volvió con nuevos sonidos, una producción más profesional y el apoyo de las redes sociales.

La invité a bailar reemplazó a La suegra voladora, El serrucho reemplazó a Los trapitos al agua y La celosa reemplazó a Busco alguien que me quiera.

Los representantes de la champeta de inicios del 2000 llevaron este género popular cartagenero a todo el país, pero su éxito fue fugaz. Hoy, más de una década después, nuevos intérpretes catapultaron la champeta a otra época dorada, con fusiones, producciones de alta calidad, videos musicales de gran escala y el apoyo de las redes sociales.

“La champeta tiene como génesis el soukus africano y algunos ritmos de las Antillas menores”, explica Gilberto Marenco Better, docente y experto en música afrocaribe. Es “una expresión musical de Cartagena que ha venido desarrollándose desde hace unos cuarenta años” aproximadamente, y la elaboración misma de sus temas “muchas veces parte de segmentos creados en pequeños sintetizadores y tabletas de percusión electrónica adosadas a los amplificadores de los picós”.

Es por eso que tradicionalmente no había continuidad en la producción de las canciones.

Eso cambió en el 2000, cuando la champeta salió de Cartagena e inundó la región Caribe y el país entero, con tres jóvenes liderando el movimiento: John Jairo Sayas ‘el Sayayín’; Sergio Liñán ‘el Afinaito’ (ambos fallecidos en 2012), y Edwin Antequera, Mr. Black.

“Ya le cogí el maní a la suegra...”, “Busco alguien que me quiera siempre a mi manera...”, “A Lucho, a Lucho, lo cogieron asando mazorcas...” eran frases comunes en la radio, pero el fenómeno no perduró.

“De pronto ellos no estaban preparados, no visualizaron lo que podía haber sido un movimiento que hubiera perdurado más a nivel nacional y que tal vez se hubiera proyectado a nivel internacional”, opina Alí Guerrero, actual director de la emisora Rumba.

Mr. Black en el lanzamiento de la Fiesta de Independencia de Cartagena.

Con él concuerda Ralphy Polo, director de Radio Uno Barranquilla y apasionado conocedor de la champeta. “Los intérpretes de esa época se circunscribían a Cartagena, no les gustaba venir a Barranquilla. Una vez conseguí traerlos y hacer un especial de champeta en televisión para que la gente los conociera. Íbamos a hacer otro pero no quisieron”, cuenta Polo, pues según dice, algunos de estos jóvenes artistas pensaban que los medios a los que asistían para promocionarse, “debían pagarles para dejarse entrevistar”.

Cuenta, incluso, que acordó una reunión entre los intérpretes del momento y Kike Santander, el reconocido productor musical caleño, quien durante una visita a Barranquilla mostró interés en el género. “Lo dejaron plantado con una propuesta para ir a Miami y grabar con él. Dejaron perder esa oportunidad”.

El cambio de una década. A pesar de que entre aquella época y la actual algunas canciones de champeta lograron “pegar” en la radio nacional, fue solo hasta 2011 que el género volvió a ganar audiencia fuera de Cartagena con un nuevo nombre: champeta urbana.

“La champeta de por sí es urbana pues viene de lo popular”, sostiene el productor Kevin Ariza, conocido como Keko, quien trabaja principalmente con artistas del reguetón, género del cual los champeteros tomaron inspiración y sonidos, y con cuyos intérpretes hicieron colaboraciones, de ahí el nombre.

Lo dice el mismo Mr. Black, quien junto a Kevin Flórez, lidera esta nueva ola: “En aquel entonces la música era rica en instrumentos, en musicalidad, igual como ahora, pero los tiempos van cambiando y nosotros tenemos que cambiar también, por eso nacen los nuevos ritmos y las nuevas fusiones”.

Uno de los principales ingredientes que diferencia esta nueva generación de champeteros es la existencia de las redes sociales, a través de las cuales se popularizan las canciones y los mismos artistas, que las utilizan para tener más visibilidad.

“Por medio de ellas la música se mueve como cualquier otro producto. No hay límites geográficos para la música cuando se mueve por estas redes”, señala Ariza.

Con él concuerda Boris Zambrano, conocido como Boris Zetta, actual director de Radio Uno Bogotá, ciudad donde, según dice Ralphy Polo, la champeta “entró por el estrato seis”.

Zambrano fue testigo del crecimiento del género en la capital del país, y sostiene que Kevin Flórez y Mr. Black lideraron el movimiento, pero otros los siguieron, lo cual hizo que se popularizara más rápido.

“Hay que reconocer que las letras de aquella época eran más fuertes y más arraigadas al folclor popular. Esta vez utilizan palabras costeñas y modismos de nuestra región pero acompañados de un lenguaje universal. Eso ha dado oportunidad para que el género crezca”, señala Zambrano.

Pero nada de esto hubiera sido posible si la mentalidad de los artistas no estuviera en el lugar correcto.

Los nuevos exponentes “hicieron de esto un negocio, lo que en realidad es, a diferencia de lo que hacían el Sayayín o el Afinaito. Ellos solo lo hacían por hobby, porque les gustaba hacer música, pero ahora lo ven como algo más, por eso se ha expandido tanto”, considera Kevin Ariza.

Los picós como el Rey de Rocha congregan a los cartageneros al rededor de la música.

Además, se han sabido asesorar. “Ya no es cualquier persona que maneja a los artistas, son personas especializadas en la industria discográfica que los han ayudado muchísimo”, detalla Zambrano.

Esto llevó a que la producción de las canciones, videos y presentaciones en vivo subiera de nivel.

“Están haciendo shows acordes con lo que se vive en la actualidad, sin nada que envidiarle a los artistas reguetoneros. Están haciendo también excelentes videos, a diferencia de lo que sucedió en la época del 2000”, explica Alí Guerrero.

Además, físicamente se nota la diferencia. El productor musical Mansel Cárdenas, quien a pesar de que no es partidario de la champeta por “sus falencias a nivel musical estructural” y “letras vacías” e “irrespetuosas” en muchos casos, admite que los artistas del género han “evolucionado” en cuestión de imagen.

“Ya no es el muchacho desgarbado con la camiseta por fuera y la cachucha. Ahora vemos a unos muchachos, que si bien en mi muy particular concepto no son grandes cantantes, tienen por lo menos el talento de mover a la gente, y manejan una imagen visual mucho mejor que antes”.

El futuro
A pesar de que la champeta salió de las fronteras de Colombia (Mr. Black y Kevin Flórez se han presentado en Estados Unidos, México y países de Europa, entre otros destinos), aún no se sabe si superará la prueba del tiempo. “Pienso que si ellos la saben manejar como lo han venido haciendo hasta ahora, se va a mantener”, opina Alí Guerrero, mientras que Kevin Ariza ve “evolución en esta nueva temporada de la champeta, más organización, más empresa y compromisos con las disqueras”. Considerando la cantidad de intérpretes nuevos que actualmente buscan un lugar en el mercado –Young F, Twister, Karly Way y El Oveja, Leo Fénix, Rey Three Latino, entre muchos otros–, los directores de emisoras consultados coinciden en que hay suficiente talento para sostener el fenómeno por mucho tiempo más.

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