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Rafael Pérez prefiere comprar sus alimentos en las plazas de mercado, panaderías de barrio y a pequeños comerciantes. Su última opción son las grandes superficies.

Opta también por las frutas que están en cosecha, las especias cultivadas en espacios reducidos y los productos propios de la región. Con ello, no solo apoya el trabajo rural de los campesinos y productores del Atlántico; su filosofía también está orientada a la búsqueda de formas de alimentación más sustentables.

Su caso, hay que decirlo, no es una generalidad, pero, ¿alguna vez se ha detenido a pensar si lo que va a comer es un producto de temporada o tenerlo en su mesa ha requerido un sacrificio energético para el planeta? ¿Sabe dónde ha sido producido? ¿Y si este fue cultivado por pequeños agricultores o por una gigantesca planta industrial?

Debido a la cantidad de recursos naturales que se emplean para la producción de alimentos a gran escala en el mundo es hora de que el planeta empiece a hacerse estas preguntas.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el derroche de los recursos que se han empleado en la producción de alimentos (como tierra, agua, trabajo, capital y energía) aumenta las emisiones de gases causantes del efecto invernadero. Lo que repercute de forma directa en el calentamiento global.

Buscando llamar la atención sobre esta problemática, la ONU celebra cada 18 de junio el Día Mundial de la Gastronomía Sostenible con el objetivo de 'promover unos hábitos alimenticios —que incluyan la producción, preparación y consumo de alimentos— más respetuosos con el medio ambiente y con las tradiciones locales'.

Alimentos funcionales

La nutricionista, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos y docente de la Universidad del Atlántico Josefa Palacio ha desarrollado investigaciones que buscan el aprovechamiento de productos alimenticios de la región.

'Buscamos con estas investigaciones desarrollar alimentos favorables para la salud y que en su proceso de producción no le hagan daño al medio ambiente. La idea es aprovechar al máximo los productos de la región. Por ejemplo, hacemos productos endulzados con miel de yacón, un tubérculo dulce con el que reemplazamos el azúcar, hacemos espagueti a partir de harina de millo o panes con harina de ahuyama', explicó.