El hecho que cada año el número de inscritos en la categoría de acordeonistas infantiles supere al anterior, no es cosa fortuita. Detrás de este inmenso número de pequeños músicos que buscan a tierna edad coronarse reyes vallenatos, está un proceso de formación en escuelas y academias de este género musical.
Para el Festival de este año hay un registro de 106 niños y niñas participantes, muchos más de los que se presentaron en las categorías de profesionales, aficionados y juveniles. El maestro Andrés El Turco Gil dice que existe un semillero con alto potencial y talento que le augura al evento un futuro promisorio, del cual seguirán saliendo los soberanos de este folclor.
Su academia tiene un tope de mil alumnos que en su mayoría aprenden a tocar acordeón, y en menor proporción caja, guacharaca, guitarra, bajo, batería y timbales.
Los acordeonistas llegan de todas las latitudes, no solo de Valledupar, sino de otras regiones del país, muchos en procura de perfeccionarse para estar en la contienda.
El Turco Gil precisa que el 90% de los competidores inscritos en la categoría de infantiles, juveniles y aficionados pasan por su escuela. De ahí que la misma ostente un grueso número de soberanos del acordeón.
Jesús David Valderrama es uno de los más de 100 concursantes entre los niños, tiene 12 años y es natural de Barranquilla. Desde la capital del Atlántico se trasladó hace un mes a Valledupar para prepararse en la academia de Andrés Gil, atraído en un nuevo intento por alcanzar el sueño de todo acordeonista: ser rey vallenato.
El año pasado lo intentó, y pasó la primera eliminatoria. En esta ocasión, dice, que con más experiencia y la orientación profesional del maestro Gil, espera conquistar el título.
Poly Valderrama, mamá de Jesús David, señaló que aprendió solo a tocar el instrumento. “Lo hizo imitando a Hugo Carlos Granados y a El Cocha Molina, que son reyes, pero ahora se prepara con El Turco, esperando lograr coronarse rey en esta categoría”, sostuvo la madre.
LA MÚSICA EN LA SANGRE. Andrés Gil recuerda de manera jocosa, que una vez se acercó a su escuela una mujer embarazada. “Me dijo, Turco, este niño que llevo en la barriga va a ser rey vallenato, lo voy a traer para que aprenda a tocar acordeón”.
Y es que según el maestro, la inquietud de los niños comienza a temprana edad, siendo apoyados por sus padres. “Cada vez vienen más pequeños, algunos están en la academia antes de cumplir los tres años de edad”, indicó.
El Turco manifiesta que en tiempo normal, partiendo de cero, la enseñanza del acordeón puede durar dos años, quedando apto para enfrentarse en la tarima a cualquier rival.
“Antes un campesino, en los orígenes del uso del acordeón, podía pasar 10 y 12 años aprendiéndolo a tocar, lo hacían de manera empírica y cuando sus labores se lo permitían, ahora los niños vienen con ese talento y con los estudios y la academia todo es más fácil”, puntualizó.
GENIOS A TEMPRANA EDAD. Muchos de los acordeonistas que han alcanzado la fama, y son reyes vallenatos, empezaron a temprana edad. Eran chiquillos que sin poder con el peso del instrumento, lo aprendieron a dominar.
Camilo Andrés Carvajal y Sergio Luis Rodríguez son algunos de los talentosos músicos que egresaron de la academia de El Turco Gil, también José Daniel Maestre, Yeimi Arrieta y José Camilo Mugno, coronados como soberanos infantiles.
Sergio Luis Rodríguez empezó a los cinco años a tocar acordeón con la orientación de Andrés Gil y no solo se coronó rey en la categoría menores, también fue soberano entre soberanos en esa categoría, y a los 23 años fue elegido rey profesional del acordeón en el Festival Vallenato en 2009.
La historia se repite en muchos acordeonistas que empezaron desde pequeños a curtirse en el aprendizaje y manejo del instrumento, hasta convertirse en verdaderas figuras y participantes en la mayoría de los festivales vallenatos del país, entre ellos Fernando Rangel, Manuel Julián Martínez y muchos otros, a los que ya hay todo un semillero siguiendo sus pasos.
El semillero se fortalece con el funcionamiento de otras academias y la formación profesional. La Escuela de Talento Rafael Escalona de la Fundación del Festival Vallenato cultiva las nuevas generaciones de este género, otros recibieron clases con instructores de la Casa de Cultura de Valledupar, un programa que ha tenido tropiezos y que puede masificar más aún al vallenato entre los sectores más vulnerables.
Por Miguel Barrios

















